Un grupo de actores y artistas cercanos al kirchnerismo convocaron a una marcha el pasado lunes 9 de julio (Día de la Independencia argentina) con una polémica consigna: “La Patria está en peligro”.
El motivo por el cual este grupo, que ha perdido muchos de sus beneficios con el cambio político en Argentina, es el acuerdo del Gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional. Luego del déficit heredado por el kirchnerismo y la inviable estructura del Estado nacional, las actuales autoridades se decidieron por un plan “gradual” de corrección del pasivo de la burocracia, para el cual es necesario el financiamiento externo.
Claro que se puede criticar el endeudamiento, como lo hacen los economistas liberales, ya que este sector es favorable a un recorte y a un plan de shock. Lo insólito es que el kirchnerismo no quiere recortar los gastos, pero tampoco financiar el déficit. Es decir, una imposibilidad absoluta que no resiste el menor análisis.
Bajo esta consigna mentirosa, la izquierda y el sector que responde a la expresidente Cristina Fernández marchó por el centro de la Ciudad de Buenos Aires denunciando el “peligro” que sufre Argentina por un acuerdo con el FMI, que supuestamente vulnera la soberanía nacional.
Pero como si no hubiera suficiente contradicción e hipocresía en las consignas de la marcha, lo curioso es que también se vieron banderas cubanas en la convocatoria. Mientras se castigan a las personas en Cuba por llevar una bandera de otro país, en Argentina se reivindica a la dictadura haciendo cosas que en la isla están prohibidas con pena de prisión. Una contradicción más de la izquierda para la lista interminable.
“Qué jodidamente triste que nos roben nuestra bandera los comunistas estos”, dijo Erick Muiño García, cubano de la diáspora, al ver que su bandera cubana convertida en símbolo del comunismo continental.
Mientras tanto, en Cuba, Yanet Padrón Naya, secretaria del Partido Libertario Cubano-José Martí, fue detenida por “conducta desajustada”, luego de haber posado junto a la bandera de EE. UU. que sostenía su abuela Rosa, también activista libertaria y asistente a las marchas de las Damas de Blanco, en su fiesta de independencia, el 4 de julio de 2017. Tras lo anterior, se le prohibió transitar por zonas turísticas y, por tanto, se le impidió acceder a Internet, un lujo disponible para los cubanos solo en “salas de navegación”. Quedó incomunicada y aislada.
Hasta que finalmente, luego de un año de apelar a varias instancias judiciales para declarar su inocencia, finalmente terminó presa en el centro correccional de Macondo, dejando al cuidado de su abuela a su hijo de 11 años.
Es que en Cuba ondear una bandera que no está autorizada puede costarte no solo tu libertad, sino también tu sanidad.
Así le sucedió a Daniel Llorente, que en un acto de rebeldía, durante otra fecha cívica, el Día del Trabajador, corrió frente a la marcha oficialista con la bandera de EE. UU. Fue inmediatamente derribado y transportado en una ambulancia.
Terminó encerrado en el hospital psiquiátrico de Mazorra, donde decenas de pacientes han muerto de desnutrición e hipotermia, de frío en pleno Caribe, dadas las condiciones insalubres y la falta de suministros.
Decía el Che Guevara que “los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como una masa. Es criminal pensar como individuos”.
Bajo el socialismo, ese crimen se castiga con censura y encierro, algo que los camaradas que flamean la bandera cubana clamando que la “la patria está en peligro” pasan por alto.
*Nota elaborada en coautaría con Marcelo Duclos.