
La detención del exministro de Planificación Federal del kirchnerismo, Julio De Vido, es una de las postales más claras del de la destrucción de un espacio que hasta hace muy poco ejerció una peligrosa hegemonía política. A dos años del Gobierno de Mauricio Macri y la partida de Cristina Fernández de Kirchner del poder, PanAm Post analiza el colapso del espacio político que pudo haber convertir a Argentina en el desastre que hoy sufre Venezuela.
Muerte de Néstor Kirchner y el 54 %
La sorpresiva desaparición del expresidente dejó a Cristina como la única referente del espacio, que luego del fallecimiento de su esposo obtuvo un gran resultado en su reelección. A partir de ese momento el “54 %” alcanzado en las presidenciales le sirvió al kirchnerismo como excusa para, como ellos mismos denominaron, “ir por todo”. La radicalización de los últimos años destruyó lo que Néstor Kirchner llamó “transversalidad” (generación de un frente amplio con el sindicalismo, un sector de la Unión Cívica Radical, otro sector de la izquierda, etcétera) y Cristina se recostó en espacios izquierdistas más duros. Mientras se mantuvo en el poder, estos espacios ejercieron influencia, pero cuando hubo que ganar una elección sin los beneficios de ser el partido del Estado, la poca representación en la opinión pública de los socios con los que se quedó la expresidente en sus últimos años no ofreció ningún beneficio.
Las masivas manifestaciones que frenaron la reforma constitucional
Desde la última reforma de la Constitución en 1994, en Argentina hay un período presidencial de cuatro años y una posible reelección. Luego de dos mandatos, el candidato no puede acceder a un tercero, salvo que se abstenga de participar en un turno. El plan original para perpetuarse en el poder era alternarse entre Néstor y Cristina para esquivar el impedimento de rango constitucional, pero la muerte del expresidente complicó los planes. Cuando comenzaron los rumores sobre una posible reforma de la Constitución para que Kirchner pudiera ser reelecta en 2015 la población reaccionó con masivas manifestaciones en todo el país que generaron un impacto tan grande que el peronismo descartó cualquier idea de ir en esa dirección. Sin esas jornadas cívicas multitudinarias en las calles, la suerte de Argentina pudo haber sido otra.
La soberbia y la venganza
Es sabido que la forma en que Cristina Kirchner se manejó en el poder casi absoluto generó resentimientos en espacios que no pudieron devolver los destratos hasta diciembre de 2015, pero que hoy le pasan factura. La lista de los sectores ofendidos con la exmandataria es larga y allí figuran importantes miembros del peronismo, del sindicalismo, la justicia y del aparato de inteligencia. A pesar de que algunos de estos sectores no sean compatibles con el macrismo hoy, es claro que no están interesados en colaborar con la exmandataria, sino todo lo contrario.
La elección de candidatos en 2015
Cuando se confirmó que Cristina no podría participar en las elecciones, aparecieron varios candidatos dentro del peronismo. La expresidente jugó un rol fundamental en el apoyo a ciertas candidaturas que no contaban con nada de consenso y aprobación en la opinión pública, beneficiando al macrismo en el ámbito nacional y en la provincia de Buenos Aires.
La apuesta de Kirchner fue clara: era más importante intentar ganar con los candidatos que le respondan políticamente, más allá de que tengan menos posibilidades. De la actitud de ella podría interpretarse que prefirió que el peronismo perdiera a manos de Macri a que una renovación de su espacio natural la dejara de lado. Los “maricales de la derrota” fueron el candidato a gobernador en Buenos Aires, Aníbal Fernández, y el postulante a la vicepresidencia, Carlos Zannini. Ambos contaban un repudio generalizado por gran parte del electorado. Seguramente que el peronismo podía ofrecer candidaturas menos vinculadas a la imagen dura del kirchnerismo, pero para Cristina no garantizaban fidelidad en el futuro. De esta manera, Mauricio Macri se impuso en la segunda vuelta ante Daniel Scioli y María Eugenia Vidal consiguió la gobernación bonaerense.