Cristina Kirchner soñaba con volver. Hacer lo que pudo solamente Perón, el único líder político que regresó al mando luego de perder el poder. La difícil situación económica de la gestión macrista y su silencio parecían hacer lo imposible: remontar una imagen pública por el suelo y encender la luz de esperanza para el milagro. Pero parece que la expresidente se queda sin nada. Al día de hoy, la cárcel parece una mayor posibilidad que el sillón de Rivadavia y la Casa Rosada. Todo por la exmujer de un chofer de un ministerio sedienta de venganza. “Me trataba mal”, dijo. Y de paso enterró al kirchnerismo.
“Me comprás un departamento y estamos arreglados”
Hilda Horowitz, exmujer de Oscar Centeno, quien se desempeñaba como chofer de un funcionario del ministerio de Planificación Federal de Julio De Vido, es la mujer que pudo haber cambiado el destino político argentino. El panorama electoral que era incierto, a un año de las elecciones, hoy tiene un poco más de claridad: el peronismo está cada vez más lejos de Cristina Kirchner, salpicada por un escándalo de corrupción llamado “el lava jato argentino”.
En una entrevista con Jorge Lanata, Horowitz no anduvo con vueltas: reveló que habló con la prensa y fue a la justicia con motivo del maltrato doméstico de Centeno. “Por la bronca que me dio que me trate mal”, declaró. Ella, desobedeciendo el consejo de sus amigas y su entorno, reveló la existencia de ocho cuadernos con anotaciones manuales que contenían el detalle de las entregas de las coimas de la corrupción. Algunos de los viajes terminaban incluso en el departamento de Cristina y otros en la Casa Rosada. Según la mujer, su exmarido bebía y la maltrataba tanto física como verbalmente, motivo por el que luego de la separación decidió contar todo lo que sabía. “En vez de explotar sola, exploté yendo a tribunales”.
Horowitz reconoció que Centeno le consiguió un departamento en el complejo de viviendas de Madres de Plaza de Mayo, pero que no le conformó la locación, ya que tenía un largo viaje a su trabajo (que también le había negociado su marido en el Estado durante el kirchnerismo). La mujer incluso reconoció que le pidió la vivienda al mismo Roberto Baratta, para quien Centeno hacía las entregas de dinero en el auto.
Si sabían que teníamos los cuadernos, nos mataban
El fiscal de la causa, Carlos Stornelli, manifestó que si los acusados se enteraban de la existencia de los cuadernos de la corrupción, tanto él como el juez Claudio Bonadio podían terminar muertos. Luego de lo que pasó con su colega Alberto Nisman, esto no suena descabellado. “Centeno aportó datos extra, algunos cruciales. Vamos a poder llegar a la verdad”, manifestó el fiscal Stornelli.
En las últimas horas se está confirmando que varios de los empresarios mencionados desean declarar “como arrepentidos”, por lo que el escándalo de los cuadernos podría terminar en un escenario similar al que vivió Brasil recientemente. Todo en medio del armado político para las elecciones presidenciales del año próximo.