
No se sabe si Alfredo Casero venía con el cuento listo o si le surgió en el momento. Imaginación como para procesarlo en el instante no le falta, por algo es uno de los cómicos más reconocidos de Argentina.
Tampoco es economista, politólogo ni analista, pero la actualidad nacional ha convertido a todos los personajes conocidos en comentaristas políticos. Solo el actor Guillermo Francella se manifestó abiertamente en contra de pronunciarse sobre estos aspectos, tan lejanos de su oficio artístico actoral.
En el mano a mano con Alejandro Fantino el consultor disparó: “¿De Macri que pensás?”, haciendo referencia al difícil momento económico que vive el país estos días.
Casero respondió sin nombrar a Macri ni a Cristina. Tampoco hizo referencia a la política o la economía, pero dejó todo claro. La analogía fue tan clara que le dio un argumento a los seguidores del oficialismo y hasta el mismo presidente celebró al actor en redes sociales. Para el creador de Cha Cha Cha hubo un incendio, una casa que albergaba a una familia con 12 hijos se vino abajo y el padre quedó con toda la prole a la intemperie, con frío. A pesar de la terrible situación, los niños lo único que quieren es flan. Piden flan e insultan al padre que no puede abastecer el pedido. Ni siquiera quieren responsabilizar al culpable del incendio. Solo quieren flan y no les importa nada más.
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Bajando la ejemplificación al llano, Casero considera que pedirle más a Macri en esta circunstancia es casi una desconsideración. Nos quedamos sin casa, producto de la acción de un piromaníaco y antes de pensar en el postre tenemos que buscar un hogar, volver a comer, protegernos del frío y, luego, podemos recién pensar en el postre. La circunstancia para el actor todavía es muy distante de eso.
¿Se le puede pedir más al gobierno actual o lo que ocurrió durante los últimos 12 años todavía justifican la inflación, el déficit fiscal, la fragilidad económica y un país que no despega?
La verdad del flan: La existencia del piromaníaco, o del matrimonio piromaníaco es incuestionable. El incendio que dejaron también. Néstor y Cristina Kirchner legaron en 2015 un Estado ineficiente, impagable, un control de cambios con inflación reprimida y una crisis energética. Un país aislado del mundo, socio de Irán y Venezuela, y al borde del abismo. El que cuestione el desastre que dejó el último gobierno es necio o cómplice. Dentro del universo de la política los únicos que pueden subestimar la herencia son los socios del saqueo o los que especulan políticamente con un, cada vez menos probable, hipotético retorno del populismo más rancio.
Los límites de la herencia: Cuando asumió Mauricio Macri, es cierto que la crítica imperante era la de la “banda del flan”. Se lo llegó a responsabilizar incluso de una supuesta devaluación, cuando el nuevo gobierno liberó (como era necesario) el tipo de cambio, que lógicamente, estaba más cerca del valor del mercado negro que del regulado por el kirchnerismo. Otra injusticia fue la de las críticas del denominado “tarifazo”, luego de la regularización de tarifas tras una década de excesivos subsidios. Pero es innegable que desde que se fue Cristina hasta hoy, la moneda se ha devaluado aproximadamente un 100%. La inflación no da tregua, la economía no despega y el Estado es el monstruo inviable que era hace tres años. Ya no está comandado por una asociación ilícita de una banda de ladrones, es verdad. Pero ¿es esto suficiente? Lo cierto es que no.
Hasta el día de hoy, el Gobierno, al que hay que agradecerle habernos librado de una mafia, ha fracasado en sus objetivos. Esto no es un comentario subjetivo o una opinión personal. El mismo Macri dijo en campaña que la inflación era el resultado de un Estado deficitario que le robaba el poder adquisitivo del dinero a la población y que su legado se medirá en las cifras de la pobreza. El fracaso, hasta el momento, de Cambiemos no indulta a los piromaníacos que incendiaron la casa. Pero lo cierto es que los bomberos que llegaron para solucionar el problema equivocaron la estrategia. En lugar de contener las llamas con una potente manguera, como era indispensable, se decidieron por el gradualismo del vaso de agua. La casa sigue en llamas y el fuego ya llegó al patio del vecino. Argentina está más complicada que en 2015 y ya hay culpas repartidas.
No podemos dejar de responsabilizar a los que prendieron el fuego, pero tampoco podemos felicitar a los bomberos que, hasta ahora, han sido ineficientes para apagar el incendio.