No se puede decir que Macri ha “criado” a estos cuervos, pero sí que los ha alimentado para evitar problemas políticos y reclamos en su gestión. Pero mantener estas estructuras para sortear inconvenientes en el corto plazo tiene su precio. Aunque no los haya criado y esa responsabilidad haya que buscarla más atrás en la historia argentina, lo cierto es que hoy buscan más…y como dice el refrán, ahora vienen por sus ojos.
La agrupación sindical de estatales ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), en conjunto con los gremios de la CTA Autónoma (Central de Trabajadores de Argentina), decidieron una jornada de paro nacional con movilización, cortes de caminos y “ollas populares” en todo el país.
Según el sindicalista Hugo “Cachorro” Godoy, el día de hoy será “una jornada nacional de lucha con acciones a lo largo y ancho del país, en defensa del trabajo, la producción y la soberanía nacional”. “La decisión es inundar las calles y las rutas del país con ollas populares, particularmente en aquellos sectores donde la problemática de la producción, la soberanía y el trabajo está más afectada”, resaltó el líder sindical.
En la Ciudad de Buenos Aires se esperan 100 puntos de concentración y la marcha principal tendrá lugar en la 9 de Julio. Las “ollas populares” que estarán en cada foco son coordinadas por la Corriente Clasista y Combativa, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, Barrios de Pie, el Frente de Organizaciones en Lucha y el Frente Darío Santillán.
Según las organizaciones, el 24 y 25 de septiembre saldrán nuevamente a la calle con medidas de fuerza como las de esta jornada.
El costo de no solucionar los problemas es agravarlos
El país no puede vivir bajo la extorsión de los sindicatos estatales que buscan mantener los privilegios. Lo cierto es que Argentina ni siquiera podrá despegar con la continuidad de estas capas geológicas de dependencias y empleados públicos que deja cada administración.
La relación entre las personas que producen y las que no lo hacen en el país es de 8 a 20. El sector de la población pasiva debe estar limitado al ámbito de las jubilaciones, al de una pequeña y eficiente burocracia y a los casos excepcionales de personas que no se puedan valer por sus propios medios.
La proporción actual es absolutamente inviable y representa una bomba de tiempo. ¿Hay que explicar que para que un país funcione la mayoría debe desempeñarse en el sector privado y no en el público? Parece que en Argentina sí es necesario.
Hasta ahora, el problema solo se ha tratado “alimentando” a la bestia y mirando para otro lado. Pero la bola de nieve crece y no se detiene. En algún momento se generará el impacto.
La solución será costosa, claro. Pero lo cierto es que mientras más se postergue, la salida será aún más dolorosa.
De una vez por todas hay que congelar las contrataciones públicas y abandonar la idea de que el Estado es la bolsa de trabajo del partido gobernante. Una vez cerrado el grifo hay que utilizar una gran cantidad de recursos para pagar desvinculaciones, mientras que en el sector privado se implemente una revolución total de reducción de impuestos y flexibilización laboral, para que la gente que se desempeña en el Estado tenga una salida laboral pronta.
El camino de hoy parece ser el opuesto: ceder ante las extorsiones, usar los recursos de la deuda para gasto corriente y mantener el dolar y castigar al sector privado con más impuestos. Es claro que la gestión que se anime a encarar estas reformas no gozará de popularidad y hasta es posible que no consiga la reelección. Pero sin dudas, en el mediano plazo, el corajudo que tenga el valor para hacer lo que es necesario, sentará las bases para el desarrollo y un día será reconocido. Mientras más se demore el parto, este será más doloroso.