Uber no se detiene y la batalla continúa. Luego de un revés en la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, la aplicación decidió dar un paso fuerte: ser uno de los patrocinantes de la selección argentina de fútbol. La aplicación llegó a un acuerdo con la Asociación de Fútbol Argentino, que confirmó la noticia, y se convirtió en “sponsor digital”. Esto quiere decir que en el sitio web de la selección nacional, al igual que en todas las redes sociales oficiales, el logo más odiado por los taxistas estará presente.
Esta estrategia ya tiene sus antecedentes en un país vecino. El fútbol de Brasil recibió una fuerte inversión por parte de Uber, que se convirtió en espónsor de los equipos Atlético Mineirao y Cruzeiro. Allí, además de tener un espacio en las camisetas de los equipos y en los shorts de los jugadores, se generó una campaña de marketing excepcional: la empresa puso a disposición viajes para los fanáticos que necesitaban transportarse a los estadios para alentar a sus equipos.
Los reclamos no se hicieron esperar
Confirmado el acuerdo entre la aplicación y la AFA, la Asociación Taxistas Unidos puso el grito en el cielo. Marcelo Boeri, miembro de la agrupación, confirmó que se incrementarán los reclamos, incluso en la puerta de la casa particular del titular de la Asociación de Fútbol Argentina. “No vamos a parar. Se protestará en la AFA, en el domicilio de Tapia, cada vez que la Selección aborde un micro”, amenazó.
La historia de nunca acabar y la resistencia de Uber
Como en la mayoría de los países del mundo, los taxis declararon una guerra abierta a la aplicación y el primer escenario fue la justicia. Entre medio de fallos y apelaciones, la provincia de Mendoza aprobó en su cuerpo legislativo la utilización de las aplicaciones para el transporte y los taxis sufrieron su primer revés. Mientras tanto, en Buenos Aires la guerra legal continuaba y se buscó obligar a las compañías que ofrecen servicios de internet a que clausuren la aplicación. Las empresas se negaron y la justicia les dio la razón, argumentando que de ir en esta dirección se avasallarían libertades indispensables.
Con la justicia en contra, las asociaciones de taxistas buscaron incrementar el lobby en la legislatura porteña. Allí consiguieron una ley que endurece las penas para los choferes, con sanciones monetarias y quita de licencia. Esto cayó pésimo en la opinión pública y cada vez más gente utiliza la aplicación para transportarse. En redes sociales ya se difundió un modus operandi entre conductores y clientes: el pasajero viaja adelante y ante cualquier requisa policial, ambos niegan el vínculo comercial y argumentan que son amigos personales.
Mientras los taxis buscan la represión, la gente cada vez los rechaza más y el número de clientes de Uber sigue aumentando exponencialmente.