Por estas horas el mundo tiene los ojos puestos en Venezuela. Luego de 20 años y una larga decadencia, todo parece indicar que el proceso autoritario del chavismo podría terminar en cualquier momento. Sin embargo, hay tres países que siguen la situación de cerca con muchísima atención.
Aunque la izquierda alrededor del planeta insista una y otra vez con los “intereses de Estados Unidos” en el país, lo cierto es que los que tienen más para ganar o perder son los gobiernos de China y Rusia. Estos países han “invertido” demasiado en el gobierno de Nicolás Maduro y un cambio de régimen pondría en alerta la posibilidad de un retorno de la deuda. Sin embargo, estas cuestiones podrán ser negociadas en el futuro con nuevos interlocutores, pero lo cierto es que ni Rusia ni China dependen bajo ningún punto de vista de Maduro. A lo sumo, en el peor de los casos, habrán hecho un mal negocio.
Pero la situación de Cuba es diferente. Muy diferente. Para entender lo que le podría llegar a pasar a la isla que sufre el comunismo hace seis décadas, si se termina la (cada vez menos potente) ayuda del chavismo, hay que mirar a la historia. A la no muy lejana historia.
Aunque hoy los índices de pobreza y el desastre económico cubano sea justificado por los voceros del marxismo por una supuesta “dignidad socialista”, lo cierto es que el proyecto de Fidel Castro y el Che Guevara era totalmente diferente. Durante los primeros años de la revolución, los barbudos no prometían los míseros logros con los que hoy se conforma el régimen que los sobrevivió: aseguraban que en pocos años los cubanos vivirían en una opulencia mayor a la que disfrutan los ciudadanos norteamericanos. Pero como ya había ocurrido en China, la planificación centralizada de la economía fracasó rotundamente. El desastre fue tal, que el gobierno ni siquiera estaba en condiciones de garantizar la mera subsistencia de las personas. Pero el régimen pudo sobrevivir por la “ayuda” soviética. De esta manera Cuba anduvo financiando el fracasado proyecto socialista durante treinta años.
Pero como tarde o temprano todas las experiencias autoritarias, dirigistas y estatistas colapsan, un día le llegó el turno a la Unión Soviética que pasó a la historia en los albores de la década del noventa. Tan evidente era el apoyo vital de la URSS para con el país caribeño, que el mismo Fidel Castro tuvo que hacer referencia a esta realidad en un discurso ante el inminente colapso rojo. En por aquellos días, el desaparecido dictador prometió que aunque la Unión Soviética desaparezca, el comunismo cubano seguiría vigente.
Pero la supervivencia no fue a cualquier costo para las autoridades. El “Período Especial” que comenzó luego de la caída de la URSS dejó en evidencia que Cuba no podía ni financiar su modelo miserable. Hubo que dejar de lado la ortodoxia marxista leninista para apuntar a la mera supervivencia: se legalizó la moneda extranjera, se hizo más laxo el ingreso de divisas desde el exterior, se avaló la inversión privada de otros países, se descentralizaron áreas de gobierno y hasta hubo una reforma a nivel constitucional, ya que estaba expresamente prohibida la “propiedad privada de los medios de producción”.
El mismo Fidel Castro tuvo que reconocer que las inversiones privadas y las empresas “mixtas” eran un salvavidas para la revolución comunista en Cuba. “Tenemos el valor de hacer esto y se lo explicamos al pueblo”, manifestó en una oportunidad.
Pero aunque el socialismo no pueda generar inversiones económicas productivas, de vez en cuando tiene éxito en algunas inversiones políticas. Venezuela cayó en la trampa de un Hugo Chávez vestido de civil, que prometía un gobierno civilizado y el país se suicidó. Pero los hermanos Castro recibieron el maná del cielo que les permitió reemplazar el vital subsidio soviético y pudieron dejar atrás la breve etapa de humillación que le significó la muy leve y necesaria apertura capitalista.
Más allá del referéndum constitucional que votará Cuba en las próximas horas, los ojos del Partido Comunista de Raúl Castro y de Miguel Díaz Cané se posan más que nunca en Venezuela y sus zonas fronterizas. Puede que ellos sepan que al principal sponsor que tienen le queda poco tiempo, ya que la nueva propuesta de constitución abre la puerta a algunas inversiones privadas. El chavismo de las cuentas embargadas le sirve cada vez menos y la dictadura cubana percibe en el horizonte un nuevo “Período Especial”. Habrá que ver si la isla sigue el modelo chino de sacrificar los principios económicos para mantener el control político o si finalmente se termina el proceso autoritario socialista, que no ha generado nada bueno para su pueblo en 60 años.