Cercado por la inflación en alza del primer cuatrimestre del año, el Gobierno de Mauricio Macri se decidió por un “manotazo de ahogado” para ofrecerle al país y a los medios de comunicación una medida con supuesta “conciencia social” antes de las elecciones.
El “congelamiento” de precios de varios de los productos incluidos en la canasta básica se anunció como una medida concreta que iba a aliviar la complicada situación de las familias de menores ingresos, antes que el próximo gobierno se decida por un nuevo plan económico. La medida fue interpretada por muchos analistas como una iniciativa del tipo kirchnerista, pero lo cierto es que fue peor que eso. Ni siquiera Cristina Fernández se animó a anunciar un “congelamiento” y mucho menos por un período de medio año en medio de una escalada inflacionaria.
De más está decir que el programa ni siquiera pudo comenzar correctamente. Faltantes en las góndolas, precios fuera del “acuerdo” y un desabastecimiento incipiente fueron las realidades que los argentinos se encontraron en los supermercados luego del anuncio.
Pero si algo le faltaba al desconcierto económico macrista, que no ve el momento de llegar a octubre con el incendio medianamente controlado, es que los mismos ministros encargados de poner en funcionamiento los programas, luego reconozcan que estos son inútiles. Ya las contradicciones no se perciben solamente con funcionarios que tienen posiciones diversas y contrarias dentro de Cambiemos. Ahora los mismos ministros que desarrollan los programas terminan dando a entender que la solución a los problemas en cuestión pasan por otro lado y no por las medidas implementadas por ellos mismos.
“La inflación la genera el Estado”
Dante Sica, el ministro de Producción y Trabajo que fue el encargado de negociar con las empresas el “congelamiento” de los precios hasta las elecciones, brindó un discurso ante un grupo de empresarios donde dejó en claro que la medida que él mismo tuvo que implementar recientemente, es una estupidez.
“La inflación no la genera el sector empresarial, ni los trabajadores, la genera el Estado cuando hace un mal uso y abuso de lo que son las cuentas fiscales y el manejo de los bancos centrales”, resaltó en su discurso por el Día de la Industria Minera ante 300 empresarios del sector.
En su discurso, que pareció realizado por un dirigente opositor de perfil liberal, Sica advirtió que todos los problemas relacionados con el incremento constante de los precios están relacionados exclusivamente con el desastroso desempeño del peso argentino.
“No tener una moneda no nos permite tener un mercado de capitales en donde poder apalancar el desarrollo de nuestras empresas”, reconoció el ministro.
Para Sica, la estrategia oficial de usar la tasa de interés para evitar que se dispare el dólar genera una situación que es “incompatible con niveles fuertes de inversión”. En su presentación, el funcionario macrista reconoció también que la “gran responsabilidad es del Gobierno nacional” que no pudo ofrecer el marco regulatorio previsible y transparente que permita una mayor claridad para los inversores.
Reconocer los problemas, el único logro del macrismo hasta ahora
Escuchar las palabras de Sica brindan algo de consuelo, ya que al menos, a diferencia de lo que se vivió durante el kirchnerismo, ahora algunos funcionarios manifiestan que comprenden las causas de los problemas de fondo. Durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, la inflación estaba vinculada a cuestiones de índole casi esotérica. Mientras que la banquera central Mercedes Marcó del Pont decía que era un “mito neoliberal” que la emisión generara inflación, los funcionarios de Gobierno se la pasaban en los medios de comunicación responsabilizando por los problemas a monopolios imaginarios y a figuras ficticias como los “formadores de precios”.
Lo cierto es que tres años para tener un diagnóstico de la situación parece realmente poco. Durante el mandato de Cambiemos, el Gobierno se ha dedicado a hacer (a veces) un correcto diagnóstico de ciertos problemas, pero evitando las soluciones necesarias. Producto de esta inacción, varios de los problemas se han agravado, incluso en comparación a la herencia kirchnerista.
Argentina no tiene un solo día para perder y necesita comenzar una serie de reformas del Estado con suma urgencia, pero todo parece indicar que nada cambiará hasta el momento de las elecciones. Qué ocurrirá a partir de octubre sigue siendo un completo misterio por ahora.