Como ya adelantamos en PanAm Post, la campaña de Alberto Fernández no iba a ser sencilla. La apuesta del Frente de Todos es mantener el voto duro, casi cautivo, de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) (candidata a vicepresidente) y crecer hacia los espacios moderados que pueda seducir el candidato presidencial.
El desencanto que generó la mala gestión económica de Mauricio Macri le brinda a Fernández una posible clientela, pero es claro que el que no está enamorado de CFK tiene serios problemas para elegir su boleta, donde la expresidente es la segunda en la cadena de mando.
Sin embargo, el exjefe de Gabinete comenzó a tratar de enamorar al electorado que está alejado de CFK. Promesas de que con él “no vuelve la venganza”, asesores ortodoxos en materia económica y hasta algunos intentos por posicionarse más a la derecha que el mismo Macri. Pero la estrategia es frágil y esta tarde una pregunta sobre la situación venezolana le generó el primer dolor de cabeza a un Fernández que, aunque posee una retórica privilegiada, no pudo salir airoso de la situación.
Los dichos de Macri, el momento incómodo y la respuesta ambigua
Recientemente, Macri, ya en tono de campaña, apuntó contra el kirchnerismo diciendo que los que callan sobre la dictadura de Nicolás Maduro “son cómplices” de todas las violaciones a los derechos humanos. En una visita a la provincia de Mendoza, un periodista le preguntó a Fernández su opinión sobre los dichos del presidente argentino y el candidato de Cristina tuvo que improvisar una respuesta a lo Víctor Jara: ni chicha ni limonada.
En pocos segundos, Fernández trató de salir con algo que no rompiera el encanto con el votante moderado no kirchnerista, pero que a la vez no desilusionara al sector de los “duros”, que ya lo cuestionan seriamente por sus posiciones distantes al cristinismo más ortodoxo. No logró con el cometido y dejó una respuesta a mitad de camino que no conformó a nadie.
“De la frase de Macri no opino porque no hablo para que me escuche Trump, Macri sí. Lo que sí digo, y lo digo desde siempre, es que en Venezuela hay un problema respecto de la calidad institucional y hay que prestarle atención a eso porque evidentemente se han vivido en los últimos años sistemas de abusos y de arbitrariedad del Estado que no pueden pasar desapercibidas”, comenzó la respuesta equilibrista.
Para no distanciarse de su electorado moderado, Fernández reconoció un “problema agudo” y “detenciones” que deben llamar la atención de la comunidad internacional. Pero también sugirió que la salida planteada por Juan Guaidó no es válida, ya que es un “autoproclamado presidente en una plaza”. También insistió con la necesidad de la “no intervención”, pero sin dejar de reconocer el autoritarismo del chavismo en decadencia.
Venezuela es uno de los temas que no admite medias tintas para el electorado argentino. Mientras que para el kirchnerismo y la izquierda la dictadura de Maduro es un ejemplo de “democracia real”, para el resto del electorado lo que ocurre en el país vecino es una tragedia injustificable, que debería terminar de inmediato. Esta tarde, el candidato de Cristina intentó nadar entre las dos corrientes, pero se ahogó en el intento y tuvo el rechazo de ambos públicos.