Aunque Mauricio Macri no dio pie con bola en materia económica durante todo su mandato, el final fue especialmente desesperante. Luego de rivalizar con el kirchnerismo por considerar a la expresidente la rival más accesible a vencer y sufrir la estrategia de la “Cristina vice”, la economía argentina se encuentra con respirador artificial desde las primarias de las elecciones del 11 de agosto. La apabullante victoria de Alberto Fernández por 15 puntos fue la cosecha de una siembra peligrosa que hizo el macrismo: luego de insistir durante toda la campaña que el retorno del peronismo era el caos y el colapso total, una tragedia digna de índole chavista, el resultado de las urnas generó una incertidumbre seria.
Luego de la imposición del control de cambios, a cinco días de las elecciones ya hay múltiples tipos de cambio: mientras el dólar oficial cerró a 61,33 pesos, el “contado con liqui” se negociaba esta tarde hasta 20 pesos por encima de la divisa controlada. El mismo ministro de Producción, Dante Sica, reconoció que luego de las primarias no tuvieron otra opción que “administrar una economía kirchnerista”. Su frase, además de la cuestión cambiaria, hace referencia a los controles de precios, a la ley de abastecimiento para fijar el precio del combustible y al “reperfilamiento” de los vencimientos de la deuda.
Pese a que el escenario es malo, hay que decir también que lo patético de la situación actual (con un dolar descontrolado y una inflación por las nubes) es completamente artificial. Si el índice oficial del INDEC, que arrojó casi un 6 % en septiembre, no tuviera precios “acordados” y la rebaja temporal del IVA, el número de la inflación sería peor. Lo mismo ocurre en el mercado cambiario: si no se estuvieran usando una gran cantidad de reservas para sostener, aunque sea, el tipo de cambio oficial, el dólar estaría más cerca del blue y del liqui que el del regulado.
Pero lo cierto es que el 10 de diciembre se terminan las distorsiones, pero las cartas podrían estar echadas este lunes con el resultado de las elecciones. Lo más probable es que gane Alberto Fernández y que la situación empeore. Las chances de un balotaje son más remotas y por ende, la situación de paz cambiaria para el lunes también.
Si bien Fernández tiene razón en echarle la culpa a Macri por crear una sensación de pánico ante su eventual Gobierno, lo cierto es que su compañera de fórmula, que lo llevó hasta donde está, lo hace merecedor de las sospechas.
Esta semana los argentinos de a pie están en medio de un caos: cada compra que hacen evalúan el escenario de cuotas con la tarjeta o el uso del efectivo. Pero el tema del billete cash también tiene sus bemoles, ya que nadie se quiere quedar con más de mil pesos (15 dólares) en el bolsillo hasta la semana que viene. Los proveedores no quieren entregar mercadería, los presupuestos se ejecutan en moneda extranjera o se actualizan a diario y muchos locales prefieren no vender ante un eventual “black monday”. Los más temerosos sacaron sus ahorros de los bancos, en pesos, ya que nadie quiere tener un dólar en una caja de ahorro o un plazo fijo. Lamentablemente, el argentino está tan marcado por su historia, que muchos desconfían incluso de las cajas de seguridad. Los que tienen la posibilidad de un trabajo formal que le permita ahorrar un par de dólares al mes, esta semana ya tramitaron adelantos de sueldo para poder poner a salvo algunos pesos antes de que se abran las urnas.
Con esta profecía autocumplida es de esperar que Argentina tenga un lunes 28 más complicado que lo que será el viernes 25. Para darse una idea de lo delicada de la situación, el mismo Alberto Fernández que ya se ve ganador, prácticamente le rogó al presidente que no deje hablar al mercado en libertad el lunes. Es decir, que no libere el tipo de cambio. Pero, paradójicamente, también le pidió que cuide las alicaídas y escasas reservas. El fenómeno de la frazada corta indica que es una cosa o la otra. Las dos cosas al mismo tiempo no se pueden.
El FMI ya dijo que para activar nuevamente el respirador artificial quiere saber los planes del próximo Gobierno, pero eso por ahora es un misterio. Por el momento, lo único que podemos hacer es ajustar el cinturón de seguridad, fuertemente, y esperar. Argentina es una maravilla y ser argentinos es lo más lindo del mundo. Pero, por ahora y como en los últimos ochenta años, ser argentino y estar en Argentina es muchas veces un calvario insoportable.