El nombre parece sacado de una película de acción. Pero no se trata ni de Rambo, ni de Comando. Es la venganza de Ricardo López Murphy y, aunque no hay balas ni explosiones, la historia es lo suficientemente atractiva como para ser tenida en cuenta y rescatada.
Cabe resaltar que el dueño de la venganza no es solamente López Murphy, también lo hace una idea: la de la coherencia y el proyecto político serio. La derrota, si bien está personificada en Mauricio Macri, también es la de un modelo: el de las encuestas, de la desideologización y el marketing de la política y el de la aversión total al riesgo. Nadie dice que no haya que medir el sentir popular si uno es candidato o mandatario, que haya que gobernar haciendo gala de la ideología, que debamos descartar la cuestión marketinera o que tenemos que ser kamikazes. Pero el macrismo, con sus globos amarillos, su discurso lavado y su pánico a reformar, aunque sea lo más mínimo, cavó su propia tumba al llegar al Gobierno sin mandato en 2015.
El breve Ministerio de Economía: ¿un fracaso o el principio de un éxito?
El bulldog fue convocado a la cartera económica en 2001 para apagar un incendio. Fernando de la Rúa lo sacó del Ministerio de Defensa, donde venía realizando una buena gestión, y le dio el fierro más caliente del país. Para resumir la historia para los más jóvenes, Argentina tenía una caja de conversión de “uno a uno” peso-dólar y un importante déficit fiscal: la regla monetaria y las cuentas en rojo, ambas herencias del Gobierno de Carlos Menem. López Murphy, sin capacidad de emisión y con el crédito limitado, sabía que en el mediano plazo los precios internacionales le iban a sonreír al país, situación que terminó capitalizando el kirchnerismo. Propuso entonces una modesta corrección del gasto, que lejos de ser una medida “ideológica” no era más que puro sentido común. El ala izquierda de la coalición de gobierno puso el grito en el cielo ante el “recorte” y el presidente se asustó, pidiéndole la renuncia a su nuevo ministro. Su gestión duró 15 días.
Su salida temprana fue interpretada para muchos como el final de la carrera política de Murphy. “Se quemó”, era el argumento general por aquellos días. En dos años ocurrió todo lo contrario: la primera venganza del “bulldog”.
Su fallido paso por el Ministerio de Economía, lejos de enterrarlo, como parecía que iba a ocurrir, lo proyectó a nivel nacional. Si bien se ganó el odio de la izquierda, su actuación, o mejor dicho, su intento de actuación en la cartera de Economía, se convirtió en un capital político importante basado en la credibilidad y la seriedad.
2001-2003 y la campaña presidencial
El colapso total de 2001/2002, la violenta salida de la convertibilidad, la confiscación de los depósitos y la explosión del país fue para el economista un triste reconocimiento. Por buscar soluciones mágicas, Argentina se había suicidado. De esta manera, y con el “diario del lunes” a su favor, López Murphy funda Recrear y casi accede a la Presidencia de la Nación en 2003.
En aquellos comicios consiguió el 16 % (más de tres millones de votos) y quedó cerca de Néstor Kirchner (22 %) y de Carlos Menem (24 %). Cabe destacar que el referente liberal no necesitaba salir primero. Solamente con un segundo puesto, y un ingreso al balotaje, le hubiera podido ganar tanto a Menem como a Kirchner. Ambos candidatos eran repudiados por un importante sector de la sociedad. El riojano supo que la segunda vuelta no tenía sentido y renunció, abriéndole la puerta al kirchnerismo para el comienzo de la página más oscura de la democracia argentina.
Recrear + Compromiso para el Cambio = PRO
La etapa que comenzó en 2004 tenía a Macri gravitando en la política nacional. Ya había participado en las elecciones municipales en Buenos Aires, pero el expresidente de Boca tenía ambiciones presidenciales. El clamor de “unir a la centroderecha” hizo que el partido de López Murphy negociara una alianza con el macrista Compromiso para el Cambio. El nombre del frente fue PRO (Propuesta Republicana). Ambos referentes nombraron a sus negociadores en la mesa del espacio político, pero las dos partes terminaron jugando para uno solo de los liderazgos. Era claro que los macristas cuidaban los intereses de Macri. El problema es que los lopezmurphistas hacían lo mismo.
Todos los miembros de aquella mesa de enlace coincidieron en dos cosas. Por un lado, que Mauricio era el vehículo más adecuado para acceder al poder y, por el otro, que Ricardo era una piedra en el zapato para tal fin. El estilo light de Macri, que pretendía alcanzar el Gobierno a cualquier precio, chocaba con lo políticamente incorrecto del bulldog y su constante honestidad brutal.
Luego de una interna fraudulenta, donde los “lopezmurphistas-macristas” se hicieran con el control del partido, el fundador abandonó el vehículo electoral que en 2006 casi lo lleva a la Presidencia. Como era de esperar, los dirigentes del nuevo Recrear se pusieron bajo la órbita de Macri para su proyecto presidencial de 2015. El PRO dejó de ser una alianza, comenzó a ser un partido único y durante los siguientes diez años Mauricio y Ricardo tuvieron caminos diferentes: la llegada a la Presidencia, por un lado, y la prédica de las ideas liberales y republicanas, por el otro.
Macri presidente: el fracaso más predecible de la política nacional
Cambiemos venció al kirchnerismo en las urnas en 2015, pero perdió ante Cristina Fernández de Kirchner (CFK), acompañada por Alberto Fernández, en 2019. Los cuatro años de gestión macrista fueron el decálogo de lo que no hay que hacer. Las reformas que Argentina necesitaba fueron pospuestas por el mal llamado “gradualismo” y la crisis económica le devolvió el poder casi absoluto al peronismo. Una vez más, la búsqueda de soluciones mágicas se tradujo en un fracaso rotundo.
Durante los años del macrismo, López Murphy dejó de lado los rencores personales y buscó hacer una crítica constructiva al Gobierno anterior. Siempre advirtió que Cambiemos, más allá de todos los errores, no era la asociación ilícita que representaba el kirchnerismo.
Vencido y cansado, Macri, hacia el final de su mandato, invitó a su viejo socio a conversar. Dicen que compartieron un café en la Casa Rosada y que el expresidente le pidió al economista su consejo. López Murphy, además de recordarle las correcciones necesarias que necesitaba su gestión, le recomendó que no se presentara nuevamente como candidato. La situación económica distaba mucho del escenario de reelección y el bulldog le sugirió que el frente “no populista” llevara otro postulante. No hace falta recordar qué ocurrió después.
Recrear, parte II
El autoritarismo del Poder Ejecutivo, la falta de soluciones en el ámbito económico y la sombra de CFK han hecho que la sociedad vuelva a mirar hacia la oposición, a menos de un año de gestión del frente neoperonista. El problema es que, por ahora, no hay una cabeza opositora que represente el descontento popular.
Ni siquiera Juntos por el Cambio reconoce en su totalidad el liderazgo de Macri y serán necesarias las elecciones legislativas de medio término para rediseñar el rompecabezas de la política argentina. En este escenario, la coherencia de López Murphy y sus años de prédica parecen darle una nueva oportunidad.
De la misma manera que su honestidad generó un fallido ministerio, que luego casi se transforma en presidencia, sus principios, que le causaron la traición de los suyos y el ocaso durante el macrismo, pueden ser el caldo de cultivo para un nuevo capítulo.
Por estas horas sus dirigentes más cercanos se encuentran trabajando en la refundación de su partido. Decidieron utilizar hasta el mismo nombre: Recrear. De la mano de este armado, López Murphy aspira a consolidar un frente amplio para el año que viene. Si bien hasta el momento no hay candidatos, su nombre suena cada vez más fuerte para competir por una banca en el Congreso Nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
¿Guardarán Recrear y López Murphy la mística de hace un tiempo? Aunque peina más canas, el bulldog ladra como siempre.