
¿En qué contribuye una violación sexual a la instauración del socialismo? Es la pregunta que deben hacerse todos aquellos que siguen viendo a las FARC como románticos que luchan por una noble causa.
Son miles las niñas que fueron reclutadas, violadas y posteriormente obligadas a abortar por los guerrilleros de las FARC.
El drama de las violaciones sistemáticas a niñas y mujeres es un asunto que el país apenas está conociendo. Sigue existiendo en Colombia la falsa idea de que las violaciones y abortos dentro de las FARC eran casos aislados.
Todavía hay quienes ven a los guerrilleros como idealistas que se equivocaron. Pero no, lo cometido durante más de 50 años por los farianos son crímenes atroces. Lo que las FARC deberían causar en cada colombiano es asco.
Hoy, la Corporación Rosa Blanca, en cabeza del valiente Herbin Hoyos le está mostrando al país el grado de putrefacción de estos asesinos violadores y le está exigiendo a la justicia colombiana que actúe frente a los crímenes que ya han sido denunciados por cientos de mujeres.
Por primera vez, los colombianos estamos oyendo, de boca de las víctimas, las dramáticas historias de las niñas reclutadas.
Sara Morales, es una de las mujeres que hoy está hablando alto y claro. Fue secuestrada por las FARC cuando tenía 11 años. La llevaron a un campamento en el que, según cuenta, habían cientos de niños más, todos robados.
Relata que a los pocos días empezaron las violaciones por parte de los jefes del campamento en el que se encontraba y cuyo comandante era Pastor Alape, guerrillero que hoy está libre y viaja por todo el país haciendo campaña con el Partido Político de las FARC.
También está estremeciendo al país el testimonio de Vanessa García, que fue reclutada por las FARC cuando tenía apenas 9 años. El primer guerrillero en violarla fue Oscar Montero, alias El Paisa. Tres veces quedó embarazada y tres veces fue obligada a abortar. La primera vez ocurrió cuando tenía solo 13 años. Siempre pidió que le permitieran tener a sus bebés, pero nunca la dejaron.
Vanessa cuenta que el dolor de perder a sus hijos era tan grande que durante seis meses conservó el feto de uno de ellos en un frasco con alcohol. Le hablaba en las noches y le decía lo mal que se sentía por haberlo perdido. También tuvo que sufrir la pérdida de su padre, que fue asesinado por las FARC cuando el grupo guerrillero se dio cuenta que este planeaba la huída de su hija.
Las historias de estas jóvenes son impactantes y todas dan cuenta de los mismo: el reclutamiento de menores, las violaciones y los abortos no son casos aislados, eran política en las filas de las FARC.
Las niñas eran violadas por el comandante a cargo y luego por los que le seguían en línea de mando. Luego, aquellas que se negaban a abortar eran asesinadas.
Pero no solo hablamos de miles de niñas a las que les arruinaron la vida, sino de también de cientos de niños asesinados antes de nacer. Hay que recordar, por ejemplo, a Héctor Albeidis Arboleda, conocido como “el enfermero”. Quien, según las autoridades colombianas, practicó alrededor de 300 abortos.
Hablamos de, por lo menos, 300 niños asesinados por un solo hombre de las FARC. ¿A cuántos habrán matado durante sus más de 50 años de violaciones y reclutamiento a menores? Nunca lo sabremos.
Durante estos años las FARC cometieron los crímenes más asquerosos que alguien pueda imaginar. Estas niñas que hoy tienen el valor de hablar, aunque están amenazadas y ya han sido atacadas, cuentan cómo una tras otra eran obligadas a pasar a una mesa llena de sangre de las víctimas anteriores, sin anestesia y sin ningún cuidado veían cómo sus hijos eran asesinados.
La orden dada por los cabecillas de las FARC, los mismos que pronto van a estar en el Congreso de Colombia y que hoy andan por las calles haciendo campaña, era tan estricta, que aún cuando el embarazo estaba muy avanzado y el niño nacía vivo, había que matarlo.
Los envolvían en plástico hasta que dejaban de respirar o simplemente los dejaban desangrar, luego eran tirados al hueco de los excrementos.
Este es el lado de las FARC que muchos niegan o no conocen. Hay quienes siguen viendo a estos guerrilleros como personas que se equivocaron al buscar un objetivo noble. Y que, como decía el fallecido político de izquierda Carlos Gaviria, “una cosa es matar para enriquecerse y otra es matar para que la gente viva mejor”.
Pues no, lo que decía Gaviria tal vez tendría sentido si hablaramos de un tiranicidio, pero no es el caso de las FARC.

Que quede claro y que todo el mundo sepa que los guerrilleros que dentro de poco nos gobernarán, secuestraban y violaban a niñas de 11 años, que asesinaban a sus hijos y si se oponían las mataban también a ellas. Estos hombres no mataban por equivocación, ni en defensa, como sería el caso de un tiranicidio. Son malos hasta los tuétanos.
Finalmente, los farianos llegarán al poder, además, sin haber entregado a los niños que tenían reclutados cuando empezó el acuerdo de La Habana. ¿Dónde están esos niños? Según Herbin Hoyos, director de la Federación Colombiana de Víctimas de las FARC, ese grupo guerrillero “escondió” a más de 3.200 menores de edad que tenía en su poder desde que inició el proceso de negociación.
Hoy las víctimas están hablando, las que lo vivieron en carne propia y también las familias de esos niños que aún no aparecen. Que ante todo este horror haya quien siga defendiendo la impunidad y la participación en política de los cabecillas de las FARC muestra que nunca hay que ceder ante el mal. Por eso acá seguiremos los colombianos de bien diciendo “no” al acuerdo de La Habana y preguntando: ¿dónde están los niños?