EnglishLo paradójico e incoherente del peronismo ya no sorprende. Qué cosa tan extraña que las ideas de progreso y de trabajo estén asociadas a este tipo de ideologías, cuando lo menos que han hecho es crear progreso e impulsar el trabajo. Perón dijo que “gobernar es dar trabajo” pero, ¿a costa de quién? ¿A costa de qué?
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La realidad nos ha dejado bien en claro, y hay que ser algo brutos para no darse cuenta después de los abundantes ejemplos existentes en América Latina y el mundo, que cuando se intentan imponer estos controles prohibicionistas y regulatorios, las consecuencias no deseadas empiezan a verse, y el resultado siempre termina siendo contrario a lo que la ley buscaba al comienzo.
Y, si cualquier ley, sin importar lo que se lleve por delante, sirve para resolver los problemas que nos aquejan, ¿por qué no promover una ley que prohíba el hambre, el frío, la pobreza, el calor, la abundancia o la escasez? La prohibición es un camino autodestructivo y jamás ha logrado su cometido.
Anoche, en la Cámara Alta no se logró frenar la aprobación de la ley antidespidos. La iniciativa, que ahora debe ir a la Cámara Baja, busca suspender los despidos en los sectores público y privado durante 180 días, y establecer la doble indemnización en caso de despido.
¿Prohibir despidos? Las empresas quedarán destruidas, se coartará al empresario, aumentará el desempleo y en algún momento vendrán despidos acumulados. ¿El resultado? No se beneficiará a los que ya están empleados, y mucho menos a los que están desempleados.
Por otra parte, las empresas decidirán no correr el riesgo y serán más precavidas al momento de generar nuevos contratos. A continuación, sucederá que dejarán de contratar, y el desempleo encontrará un verdadero aumento.
La cuestión antidespidos puede ser un parche más de los tantos que se utilizaron en esta última década bajo el fiel modus operandi del kirchnerismo, maquillando un problema más de los tantos que dejaron y ahora le cargan a la nueva administración.
Corresponde recordar uno de los capítulos de la primera administración de Juan Domingo Perón, donde en 1945 se sancionaron leyes de congelamiento de alquileres y prohibición de desalojos, lo que ocasionó la caída en la construcción de viviendas para alquiler. De este modo, se arruinó a los propietarios y a los potenciales locatarios, se empobreció a los que tenían ahorros invertidos en inmuebles, desaparecieron las que podrían haber sido futuras inversiones en viviendas para alquilar y ya nadie quiso aceptar un nuevo inquilino. En fin, se perjudicaron todos, como siempre sucede ante este tipo de medidas.
En la Venezuela chavista, las leyes “antidespidos” funcionan del mismo modo. Si se observa la “Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras” (LOTTT), se lee que “se garantiza la estabilidad en el trabajo y se limita toda forma de despido no justificado”. Hoy, el Gobierno venezolano está reduciendo las jornadas laborales porque han destruido la economía del país con tanto intervencionismo.
La escasez, la inseguridad, las expropiaciones, las prohibiciones, los precios fijos y las miles de intervenciones arbitrarias han destruido la inventiva privada, y han llenado al país con empleados públicos ineficientes y ciudadanos comunes que en vez de vivir, se deben preocupar por cómo sobrevivir, y por no secarse el cabello con secador, ante la sugerencia de Maduro para poder ahorrar energía.
El mismo Recalde, actual diputado de la Nación Argentina por el Frente para la Victoria, expresó hace ya algunos años, más específicamente en 2014 cuando Sergio Massa propuso la idea de antidespidos, que “hay que tener cuidado porque estas cuestiones pueden obstaculizar la contratación de trabajo”. Hoy, pleno 2016, Reclade dialogó con Radio del Plata luego de la votación en el Senado sobre la ley antidespidos, y afirmó que “todos los bloques de la oposición firmaron este proyecto, ya que se tiene la voluntad de ayudar a las PyMes y a los trabajadores” y que “no hay que seguir con las políticas para los ricos”.
La desbordante incoherencia de Recalde es una muestra más del ser “kirchnerista”. No, prohibiendo los despidos se eliminan los incentivos a todo y no se ayudará a ningún trabajador. Pareciera ser que la oposición kirchnerista desea efectuar un sabotaje. Pero lo peor, es que el sabotaje es al pueblo argentino y no sólo a las ideas de promoción de inversión que ha mostrado la nueva administración.
Para las Pymes, que son más del 90% de las empresas privadas de Argentina, será realmente difícil asumir la doble indemnización propuesta por esta ley en el caso de que llegase a salir, y tarde o temprano se acabará en la quiebra, generando más y más desempleo.
Por último, nadie querrá invertir en un país donde las reglas de juego varían de un día para el otro, y sin inversión no habrá salida de los problemas heredados por los largos y nefastos años de mandato kirchnerista.