El kirchnerismo es historia. Mejor dicho, Cristina Fernández es historia. Sin embargo, son varios los periodistas, intelectuales y políticos que desean que continúen muchas de sus políticas, aunque con otras caras representándolas; unas menos corruptas quizás. Hay un consenso casi absoluto que responsabiliza a los empresarios argentinos por los aumentos de precios. Algunos creen que ellos tienen toda la culpa, otros consideran que tienen una parte importante de ella. Los califican de “egoístas”, de “codiciosos”, de “no pensar en el otro”, de “no ser solidarios”, etc. Por supuesto que estas no son críticas constructivas en sí, sino simples intentos de descalificarlos. Sí, intentos. Puesto que solo basta entender qué significa ser egoísta, por ejemplo, para darnos cuenta de que todos los somos.
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Afirmar que los aumentos se deben al “egoísmo” y a la “maldad” de los empresarios no es un análisis muy profundo. No hay que estar muy preparado ni pensar demasiado para sacar esa conclusión. Un niño de jardín de infantes podría hacerlo, y hasta si se le explicara un poco, dicho niño podría entender mejor la situación, y no simplemente decir “malo”.
Si bien los que opinan de esta forma están por doquier, salvo algunas raras excepciones, he decidido responderle con este escrito al periodista Diego Leuco, quien en el programa Diario de Mariana se mostró preocupado por el bolsillo de los argentinos antes de las fiestas, y en un ataque de odio hacia los empresarios argentinos, expresó, en pocos minutos, lo que creen muchas, tal vez demasiadas, personas. De un individuo que tiene tanta presencia en medios masivos de comunicación, y que supo oponerse al kirchnerismo en su momento, uno esperaría un análisis un poquito más serio. ¿Qué dijo? Veamos.
Leuco le pidió al gobierno que aplicara un mayor control sobre los empresarios. Como si durante el kirchnerismo eso no hubiera sucedido y no fuera una de las razones por las cuales nadie quiso ni quiere invertir un centavo en este país.
Quizás este joven prefiera a alguien como Maduro. Sí, ¡Venezuela sí que está de parabienes! No, en realidad no. Mi crítica pudo haber sido un tanto apresurada, debido a que Leuco se encargó de aclarar que a él no le gusta la violencia explícita, ya que señaló que no tiene que volver “la pistola en la mesa de Moreno”, aunque el control, insistió, sí debería incrementarse. Parece ser que no le gusta la idea de la “mano invisible” de Adam Smith, pero sí la de la “pistola invisible”. En pocas palabras: que haya violencia, pero que no se note.
Leuco, como muchos otros, afirmó que este “problema” de los empresarios (su “egoísmo”, su “falta de solidaridad”) es aparentemente un mal que afecta a los hombres de negocios argentinos. ¿Sería una solución cambiarles la nacionalidad? Lo dudo. ¿Traer empresarios extranjeros? No creo que quieran venir con la alta presión impositiva, la lluvia de regulaciones, y los periodistas pidiendo pistolas (visibles o invisibles) para que sean controlados por los “buenos y solidarios” políticos que se endeudan con nuestro dinero. Por lo tanto, podríamos afirmar que la nacionalidad de los empresarios no es el problema.
El periodista también se quejó por las especulaciones de algunos. Salvo las de él, claro. Porque todos especulamos todo el tiempo. Sí, también el compañero Leuco. Sin ahorro, sin especulación, no hay inversión. Sin inversión, no hay nada. Un gobierno puede incentivar artificialmente la economía repartiendo papelitos de colores, pero eso solo puede producir inflación, y si encima se aplicara un férreo control de precios, todo terminaría en escasez. ¿Será que Leuco gasta todo su sueldo en dos días para no especular? ¿No? ¿Entonces por qué le pide a otro que lo haga?
Ya que nos referimos al sueldo del periodista, pregunto: ¿por qué no exige también una pistola invisible para que le bajen el salario a él? No sé exactamente cuánto cobra, es cierto, pero calculo que podría dividir ese dinero y hacer feliz a 5 profesionales que no han tenido la oportunidad que él tuvo por ser el hijo de un famoso periodista (Alfredo Leuco). Seguramente, podría hacerlo sin pasar hambre. Sin embargo, parece ser que le agrada la llamada “justicia social” de las pistolas invisibles, siempre y cuando estas no le apunten a él.
El señor Diego Leuco también se mostró ofuscado con los supermercadistas porque señaló que a pesar de que se quejan, “no paran de abrir sucursales”. Sí, este periodista no ve con buenos ojos que abran más supermercados, que se vendan más productos y que se den más puestos de trabajo. Tal vez preferiría que cerraran. Extraño.
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Es irrelevante el carácter de un empresario. Da lo mismo si es bueno, malo, filántropo, hiper codicioso o adicto al dinero. En este sentido, tampoco importa si es vegano, carnívoro, lindo, feo, limpio, sucio, o lo que sea. Un empresario que es bueno en lo suyo y tiene éxito, puede aportar mucho más que una persona que deleita a todos por su amabilidad y dulzura.
Solo falta que Leuco exija que haya exámenes psicológicos para todo aquel que quiera invertir. Mejor no doy ideas.
A pesar de que esperé que lo hiciera en algún momento, el periodista nunca pidió que se redujera el exorbitante gasto, ni que se alivianasen las regulaciones y restricciones al mercado. De esta manera, con mayor libertad, habría más inversiones, más generación de riqueza, más oferta, más competencia y más empleo auténtico.
El señor Leuco, como tantos otros, no debería fijarse en la manera de controlar o repartir lo que ya está, sino concentrarse en la forma de permitir que haya más creación de riqueza y menos gasto; más emprendedores y menos empresarios prebendarios.
En un contexto de libre mercado, es bueno que una empresa crezca, pues eso significa que brinda un bien o un servicio que la gente elige. Castigar al empresario, significaría castigar al éxito. Una sociedad que castiga el éxito, está condenada al fracaso. Y eso lo terminan pagando los consumidores, lo terminamos pagando todos. No podemos olvidarnos tampoco del riesgo que asume un hombre de negocios para poder satisfacer las necesidades de las personas, riesgo que el señor Leuco desconoce y no le interesa comprender.
Sin la fuerte intervención del gobierno reclamada por Leuco, habría una mejor asignación de recursos y mejores precios, ya que éstos no se verían afectados por todo ese gasto elefantiásico para mantener un aparato estatal impagable.
Yo le pregunto al señor Leuco y a todos los que quieren un kirchnerismo sin kirchneristas: ¿a quién hay que controlar realmente?