El nombre del autor de este artículo se omite por su propia seguridad, pues reside en Cuba.
Una noticia me acaba de sorprender: hoy, 9 de mayo, los estudiantes de la Universidad de La Habana participarán de una conferencia-debate donde se tratará el tema Bitcoin. “Es la primera vez que esto sucede”, me comenta un joven anarcocapitalista cubano estudiante en unas de las facultades de dicho centro universitario, que por razones obvias de seguridad ha preferido su anonimato.
Para quien no sepa, el anarcocapitalismo es una filosofía que pregona el libre mercado sin Estado, es decir, todo lo contrario a lo que vivimos los cubanos. Propone que las asociaciones de los individuos sean de manera voluntaria y como tal su forma de comerciar, sin un intermediario que les diga qué hacer, cómo hacerlo, con quién, ni cuándo, y mucho menos cuándo no.
En un país con partido único, defender tales ideas solo se puede hacer bajo el anonimato o bien expuesto a la crueldad del régimen.
Por eso, lo sucedido hoy no se trata solo de una noticia, sino de un suceso histórico. Desde hace algún tiempo se vienen realizando en las universidades, lo que llamar “turnos”. Consiste en debates, con carácter opcional, no obligatorio, donde los alumnos participan según sus intereses y expectativas.
“Estas conferencias de corte interactivo son diseñadas por profesores de la universidad bajo el control, como es de suponer, del partido comunista”, aclara el estudiante libertario.
Donde tanto la libertad de expresión como la libertad de asociación están reguladas por el Estado, gozar de un espacio de diálogo es cuanto menos revolucionario, aunque en términos de quienes nos gobiernan sería lo opuesto: “contrarrevolucionario”. Pues es tal el control en un sistema centralizado como es el socialismo científico propuesto por Marx e implementado por los Castro y su ahora sucesor, que hasta tienen el monopolio de las revoluciones.
La conferencia será impartida por un profesor de la facultad de Contabilidad de dicho centro de enseñanza superior.
No me cabe la menor duda que el matiz que tendrá la conferencia en cuestión será el de la crítica y el descrédito de la ya muy difundida criptomoneda. No obstante, considero de mucho valor que los estudiantes universitarios tengan la posibilidad de debatir sobre estos temas. Al final, quieran o no los patrocinadores del evento, cada uno de los estudiantes sacarán sus propias conclusiones.
De todos modos, con o sin permiso de quienes ostentan el poder en la isla, la tecnología está en uso no en la isla sino hacia ella. Me explican, porque yo de eso sé muy poco pues me gradué hace varias décadas de la universidad donde hoy se hablará de esta tecnología, que ya es posible hacer recargas a teléfonos móviles a través de BitRefill (que literalmente significa recarga de Bitcoin en inglés). Aunque aclaro que solo sirve para recarga telefónica, saldo que los cubanos pueden vender para comprar recarga de Internet o productos y servicios en el mercado local.
Ahora debo explicar lo que es una recarga. Me indican que en el resto del mundo las personas tienen la comodidad de conectarse al Internet desde sus casas, por cable y Wifi. Eso en Cuba no existe. Vamos a “salas de navegación” donde usamos el crédito asignado a nuestro usuario que es nuestro nombre y un correo asignado en el único servidor de Internet en la isla, el del Estado, Nauta.
Tenemos recargas por hora, tanto de Internet como de teléfono. Mayormente se paga desde el exilio, quien tenga un pariente fuera depende de su solidaridad para estar comunicado. Pues el costo de Internet es impagable para quien reciba un salario cubano. No olviden que el promedio no gana mucho más que 20 dólares al mes.
Por ello un exiliado, que aun fuera del país prefiere no compartir su identidad, pues ofrece trabajo en Cuba usando Bitcoin, da consejos a través de la página Steemit, que premia con un sistema de donación voluntaria a sus escritores con criptomoneda a cambio de sus contenidos, explica cómo usar este sistema para ayudar con recargas a los cubanos.
Sé que en la realidad de muchos de quienes lean estas palabras esto no será sorprendente. Pero para mí, que debo ocultar tanto mi nombre como el de mi entrevistado y a quien cito, es revitalizante y espero sepan comprender lo que implica en Cuba hacer algo que sería tan básico en cualquier otro lugar, como hablar de tecnología, tener una filosofía de vida y dar trabajo a quien más lo necesito, algo que cuando el Estado tiene el monopolio de la educación, suprime cualquier ideología que no sea la suya, ni permite el ejercicio laboral de quien no está autorizado, no es posible.
Mamela Fiallo Flor ayudó en la elaboración de esta nota.