
Por Luis Manuel Aguana*
Ha pasado desapercibida la velocidad que se le ha puesto a la realización de elecciones en el marco del estatuto que rige la transición aprobado el 5 de febrero de 2019, con la correspondiente aprobación del acuerdo para el establecimiento de la ruta electoral para lograr elecciones libres en el marco de la transición democrática, en fecha 19 de febrero, siendo que este paso corresponde al número tres de la trilogía “cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”, establecida en el itinerario del artículo 2 del estatuto del 5 de febrero.
Y ciertamente debe comenzarse con el tiempo suficiente para garantizar los puntos establecidos en el acuerdo electoral de la Asamblea Nacional del 19 de febrero. Pero la intervención del 6 de marzo en la Asamblea Nacional del diputado Stalin González, presidente del Comité de Postulaciones Electorales que evaluará los candidatos a rectores del CNE, anunciando el inicio del trabajo de la Comisión Especial de Seguimiento a los Procesos Electorales, nos deja ver la clara intención de la Asamblea Nacional de entrar a la brevedad a un proceso electoral sin que los venezolanos sepamos todavía cuándo, cómo, en qué condiciones, ni con quién. Y esto último es, como dicen los colombianos, “supremamente importante”.
Luego de la aprobación del referido estatuto electoral de la transición algunos venezolanos preocupados del tema hemos parado las antenas porque sospechamos que se nos quiere conducir a otro proceso electoral sin cumplir con las mas mínimas condiciones que nos garanticen unas elecciones auténticas de acuerdo con los estándares internacionales, a cuenta de no querer a Juan Guaidó más del tiempo necesario como presidente encargado del que algunos factores políticos de la oposición oficial desean. Esa situación puede implosionar todo el proceso de transición que lleva a pulso Guaidó desde que asumiera constitucionalmente la primera magistratura.
Si bien es cierto que debe comenzarse con mucha antelación la tercera fase de la trilogía -elecciones libres-, existen tareas dentro del cronograma de la recuperación electoral que hacen indispensable que se haya concretado y exista de hecho el “cese de la usurpación”. Sin que Maduro no se haya ido definitivamente, no podremos intervenir el sistema electoral.
Todo el planteamiento de recuperación del sistema electoral para el logro de esa tercera fase de la trilogía se basa precisamente en que haya cesado la usurpación; y posteriormente siga una decisión de intervención del CNE que nos ponga en condiciones de convocar cualquier proceso electoral con todas las garantías, cosa que es imposible de realizar sin modificar las bases sobre las que esta construido el actual sistema y que ha sido la piedra angular sobre la que el castro-chavismo-madurismo ha montado su permanencia en el poder, distorsionado todas las elecciones desde el año 2004. Esto es: cambio de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, LOPRE y revisión profunda de toda la reglamentación interna del CNE, auditoria y depuración del Registro Electoral, auditoría y depuración del registro de venezolanos cedulados (SAIME), redefinición de la automatización de los procesos electorales, restablecimiento de la fiscalía de cedulación (quién puede y quién no puede votar), redefinición de los circuitos electorales con el restablecimiento de la representación proporcional de las minorías, y vuelta al escrutinio manual de las elecciones en Venezuela.
Estas recomendaciones no son nuevas. Son parte de lo que por años ha estado proponiendo ESDATA como especialistas técnicos en materia electoral, y a quienes he acompañado en innumerables peticiones públicas por el adecentamiento del sistema electoral venezolano.
Recientemente su presidente, Alfredo Weil, ha vuelto sobre el tema desde su cuenta de Twitter. En un hilo en la mencionada red social, Weil va mas allá y propone que antes de nombrar los nuevos rectores, del CNE se debe intervenir la institución para hacer los cambios organizativos y técnicos necesarios. Asimismo, y de acuerdo al resultado de las auditorias del Registro Electoral y de venezolanos cedulados se tome o no la decisión de una completa reinscripción electoral y re-cedulación de los venezolanos. Y en eso estoy completamente de acuerdo.
Por otro lado, Bruno Egloff Keller, miembro de ESDATA, ha hecho un diagnóstico preciso de varios aspectos técnicos del sistema electoral venezolano publicado en 2017 y titulado “Solo con la verdad podremos ser libres”, donde sustenta las razones por las cuales el actual sistema electoral venezolano es incapaz de garantizar elecciones auténticas.
Pero no son solamente los aspectos técnicos. Cartas públicas emblemáticas que se han firmado por muchos venezolanos, entre los que me honra encontrarme, en la búsqueda de condiciones electorales que garantizaran en diversos aspectos elecciones auténticas, como la publicada en ocasión a las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 Capriles-Maduro, dan cuenta que no solo es el aspecto técnico-institucional del CNE, sino de las múltiples dimensiones interrelacionadas que tiene el problema electoral en el país que hace que sea necesario un planteamiento amplio que vea el sistema electoral como un todo, más allá del nombramiento de los rectores, si es que de verdad se desea el adecentamiento y cambio fundamental de la manera en como eligen los venezolanos a sus autoridades.
Entonces el problema no es solo el nombramiento de nuevos rectores, sino de la necesidad de que sea una comisión de alto nivel que tenga la responsabilidad de intervenir el Poder Electoral, para que esta nos diga a venezolanos cuando se pueden llevar a cabo unas elecciones auténticas, luego de desmontar la ruleta electoral del régimen castro-chavista-madurista confeccionado en La Habana, estableciendo uno nuevo para una nueva Venezuela.
Esto no luce ser un asunto de corto plazo. Cualquier período que se diga sería técnicamente irresponsable. Y la situación se complica cuando se tienen previstas elecciones parlamentarias para finales del año próximo 2020.
Todo este panorama le pone urgencia al “cese de la usurpación”. Sin haber terminado esta fase de la trilogía, muy poco -más allá de un cambio cosmético de rectores- se podría hacer para cambiar ese monstruo por dentro. Es una máquina de hacer votos para el régimen. Sería poco menos que una estupidez pensar usar esa maquinaria que esta aceitada y controlada por el PSUV y los cubanos, sin ninguna influencia de los rectores. Hay que intervenirla para poder usarla.
Aunque la Asamblea Nacional ha ignorado de una manera permanente la sentencia de la Sala Electoral del TSJ legítimo del 13 de junio de 2018 que declara nulo el sistema electoral venezolano, eso de ninguna manera la desestima como decisión que hay que ejecutar, comenzando por establecer un sistema manual de escrutinios.
Aunque el acuerdo para lograr elecciones libres del 19 de febrero, arriba señalado, deja abierta la posibilidad de hacer lo que sea necesario para lograr la transparencia debida en materia electoral, lo grave es que tampoco le cierra la puerta al uso del actual sistema electoral automatizado, anulado por la sentencia del 13 de junio de 2018, lo que hace a ese acuerdo sumamente vulnerable a cualquier decisión política a favor del continuismo electoral por parte de factores colaboracionistas de la Asamblea Nacional interesados en la continuidad del castro-chavismo-madurismo (incluso sin Maduro) por la vía de este mismo CNE.
De allí que todos los rectores que se designen tengan la obligación de estar consustanciados con la idea de un cambio profundo y estructural del paradigma electoral y con un sistema que cumpla con la sentencia electoral del 13 de junio de 2018. De otra manera, será imposible el cumplimiento de la tercera parte de la trilogía “elecciones libres”, con el fracaso consiguiente de la segunda fase, gobierno de transición.
Si el presidente encargado, Juan Guaidó, y la Asamblea Nacional desestiman la importancia del cambio del sistema electoral, reduciéndolo a una simple designación de rectores, o peor aún, a negociar esa designación políticamente para ir a elecciones en el corto plazo pasando por alto ese cambio estructural, sin establecer un equipo de intervención del Poder Electoral que esté dispuesto a su transformación radical, nunca tendremos elecciones libres, congelando la recuperación de la libertad y la democracia en Venezuela, y alargando la solución de los graves problemas de los venezolanos. Cuanto antes alguien se los explique, mejor.
*Luis Manuel Aguana es analista político e investigador en Derechos Humanos