Por Rafael Valera
Estas no son recomendaciones para Juan Guaidó. Al contrario, serán tan solo reflexiones de un individuo al servicio del despertar de su Nación (que por cuyo carácter radical está opuesto al adormecimiento de la MUD) y que no está, para infortunio de los que llaman “agente del G2” a cualquiera, al servicio del “Estado venezolano” —aquel veinteañero consorcio del crimen continental y productor de lumpen-parasitismo—.
Todo el mundo pareciera saber lo que Venezuela necesita. Y probablemente varios estén en lo correcto porque necesita muchas cosas, pero todo proceso creador y creativo puede solo tener lugar a través del férreo orden y la dura disciplina. Por eso desde este momento, invito al lector a trascender cualquier mantra cacareado ad infinitum en la nebulosa opinóloga que desvíe la atención de nuestros verdaderos quehaceres.
Ni hegemonías ideológicas-operativas, ni desarrollo de democracias venezolanas: lo que debe primordialmente ocuparnos la materia gris es definir cuáles son los imperativos geopolíticos para combatir a ambos, enemigo interno y foráneo, que amenaza la seguridad territorial (porque nos lo dicta nuestra soberanía), continental (porque nuestro país ha sido causante) y del ciudadano (porque somos los primeros con el deber de ocuparnos de nosotros mismos).
En este sentido, lo mejor es que sacerdotes ideológicos y apologetas de políticos estén fuera de la sala porque lo que aquí se hablará, será algo que para sus gustos tántricos parezca militaresco y, para los más pretenciosos de ese conciliábulo, poco importante.
Ahora bien, cuando se dice que el conflicto de Venezuela es uno existencial, se está en presencia de una máxima que va desde lo metafísico hasta lo político. Río abajo, vemos las dos vertientes que analizaremos hoy:
- un país que está al borde de ser secuestrado y desmembrado por una avanzada continental narco-comunista capitaneada por el Foro de São Paulo;
- dicha avanzada responde ulterior al expansionismo sino-ruso [político, económico e industrial] e islámico [nivel operativo, financiero y logístico].
Con este paneo general del enclave, tengamos también en cuenta que:
- existe una simbiosis entre las FANB con la inteligencia cubana y el terrorismo criollo [FARC-ELN] motivado por el negocio del narcotráfico y el continentalismo comunista, como puntos de pivote.
- la esfera militar venezolana cuenta con apoyo doctrinario y armamentista sino-eslavo (especialmente bielorruso y ruso).
- Brasil (casi un 50 % del territorio sudamericano) está gobernado por Jair Bolsonaro, cuya diplomacia es anti-Foro de São Paulo y anti-globalista.
- la diplomacia del régimen (la única existente en Venezuela) va a dos niveles, 1. el telurocrático-ideológico (con potencias de territorio extenso y alineadas ideológicamente) y 2. el legitimador-pacificador (tejido de diferentes países y organizaciones multilaterales leales al proyecto globalista que disuelvan cualquier avanzada anti-“hegemónica”_.
- las regiones venezolanas vienen experimentando una tomada de control de organizaciones terroristas y criminales, que, estarían transformando su poder de fuego y poder logístico en poder político-institucional (i.e. Edo. Zulia, Edo. Apure, Edo. Bolívar, Edo. Sucre).
- Estados Unidos puede abrirse diplomática y militarmente sino fuera por las actitudes simplonas y de dama-atrapada-en-la-torre del presunto liderazgo venezolano opositor.
En este sentido, lo que es crucial en cuanto a ejecución, al igual que un gobierno de transición, al igual que un ejército soberanista que reconquiste el país, es una serie de acciones a corto, mediano y largo plazo en un período de 10 años que extirpe de raíz todos las amenazas antes mencionadas y articule con aliados auténticos (Brasil, Colombia y Estados Unidos) para expandir el rango de alcance del éxito que pueda obtenerse no solo en defensa, sino comercial e industrialmente.
El comportamiento diplomático de Brasil, por ejemplo, es uno que unifica esfuerzos con países cuya tendencia es anti-comunista y anti-jihadista, y cuyas tecnologías de defensa, y carreras armamentistas son de las mejores del mundo.
El de Estados Unidos, no muy lejos pero sí matizado, busca una unificación anti-narcótica y anti-jihadista, pero también de expansión comercial y existe una gran oportunidad recíproca down south.
Con toda esta información, se erigen como imperativos geopolíticos para un estamento cívico-militar transitorio y excepcional que se ocupe de —realmente— las tareas de liberación, reavivamiento y transición en Venezuela:
- Reinstitucionalización de la Fuerza Armada de Venezuela, sus cuerpos policiales y de inteligencia del país.
- Asegurar la unidad territorial venezolana eliminando factores beligerantes con tendencias a fragmentar el país al estilo de Somalia/Siria (warlords con enclaves territoriales).
- Triangular alianza antidrogas con agencias norteamericanas, colombianas y brasileñas, cuya inteligencia y mecanismos pueden servir multilateralmente y para la producción de un know-how en el futuro.
- Modernizar y fortificar esquemas de ciberdefensa.
- Unificar y desarrollar la costa atlántica de Sudamérica a nivel comercial, siguiendo la iniciativa de los presidentes Jair Bolsonaro y Mauricio Macri.
- Subsanar, desarrollar y profundizar relaciones comerciales y de defensa con Estados Unidos, conectando con Brasil y Argentina, haciendo frente a cualquier pretensión o influencia china.
- Establecer una base naval venezolana en sus aguas del Caribe, en aras de desmantelar el tráfico de drogas marítimo, con cooperación estadounidense.
- Cooperar con países como Brasil, Colombia, Paraguay, Argentina e Israel, para neutralizar y desmantelar la presencia de varias organizaciones jihadistas en la región, preponderantes en actividades de narcotráfico y lavado de dinero.
- Mejorar y desarrollar la industria armamentista venezolana con compañías estadounidenses y brasileras con el fin de contrarrestar la exportación armamentista rusa, la segunda más grande del mundo.
- Establecer las bases de una visionaria, efectiva, nacionalista y definitiva política territorial que concluya los diferendos territoriales de Venezuela con nuestros países aliados.
Estas acciones —y otras venideras— representan el camino de metal y mármol que se debe recorrer para realmente liberar a Venezuela. Dejar de lado la conveniencia, dejar de lado el posibilismo partidista, dejar de lado el aval del nido reptil de los medios y pseudoperiodistas venezolanos, dejar de lado la corrección política, son además simples “dicas” como dicen en Brasil, para la Titanomaquia que se avecina.
Venezuela tiene un gran y largo checklist, pero el geopolítico es probablemente el fundamental. Sin él, no existe razón para debates ideológicos, a menos que los ultra-iluminados intelectuales quieran disertar entre guerrillas, bandas criminales y potencias globalistas. Por tal razón, la tarea debe ser llevada adelante solo por políticos con visión, carácter, disciplina y que administran la contemplación con gotero.
“Como Presidente no puedo tomar decisiones en política exterior que busquen fútilmente agradar a los críticos parcializados, a los grandes medios, o a los Demócratas […] Prefiero correr riesgos políticos en aras de la paz, que arriesgar la paz en búsqueda de ganancias políticas”.
Presidente Donald J. Trump
Rafael Valera es el director de comunicaciones en Rumbo Libertad, movimiento conservador de Venezuela. Puedes seguirlo en Twitter: @rafaelvalerac