Por María Oropeza
Venezuela siempre ha sido un país que ha acostumbrado a dar de qué hablar al mundo, ya sea por la riqueza de su suelo, sus majestuosos paisajes, excelentes peloteros, el mejor cacao, las mujeres más bellas e incluso, durante años fuimos catalogados como “el país más feliz”. Viajábamos alrededor del planeta a conocer las maravillas fuera de nuestras fronteras para luego reproducirlas mejor en Venezuela. Por Cúcuta, Maicao, La Línea y La Guaira entraron miles de extranjeros huyendo de la realidad de sus naciones en búsqueda del “sueño venezolano” y a los que no se les pidió ningún documento más que las ganas de trabajar y salir adelante con su propio esfuerzo y para su beneficio y el de nuestro país. Muchos de ellos lo consiguieron e hicieron de Venezuela una mejor nación.
Pero aquellos días ya pasaron. Ahora son los venezolanos quienes cruzan la frontera huyendo del hambre y el caos que reina en el país buscando auxilio en otro territorio donde pueda mejorar sus condiciones de vida y poder ayudar a sus seres queridos que aún permanecen resistiendo. Sin embargo, últimamente hemos sido testigos de cómo cruelmente nos han cerrado de ha poco las puertas, ya no somos personas gratas en los países que otros antes nos admiraban, ya casi somos rechazados por el simple hecho de ser venezolanos, pero ¿es esto culpa del ciudadano común que las condiciones actuales del país nos empuje día a día a salir y aventurarse en otras fronteras?
Es preciso recordar que durante años, el mundo, y sobre todo América, gracias a la riqueza de nuestro petróleo y minerales, se hizo la sorda y muda ante lo que muchos denunciaban dentro de Venezuela. Algunos de ellos son, por nombrar algunos, los Kirchner – Fernández en Argentina, Morales en Bolivia, Da Silva y Rousseff en Brasil, los Castro en Cuba, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua.
Estos fueron algunos de los tantos chulos que apoyaron, respaldaron y sostuvieron al régimen de Chávez y posteriormente a Maduro. ¿Por qué? ¿Acaso la violación de derechos humanos solo empezó de un año para acá? ¿Acaso Chávez era distinto a Maduro? Absolutamente no. Ambos estaban bien coordinados. Sin embargo, Chávez contaba con dinero, Maduro no. La petrochequera rodó más por América Latina que la misma espada de Bolívar, y ahora que la bonanza se acabó, el silencio de América también.
Parece muy fácil afirmar que hoy los únicos culpables solo somos nosotros los venezolanos. A pesar de lo mucho que advertíamos lo peligrosa que resultaría la permanencia de Hugo Chávez en el poder, no éramos escuchados.
Todo cambió porque nuestro país “ya no es el más rico”, pero fueron muchos años que la izquierda mundial logró expandir su proyecto criminal haciendo de Venezuela su centro de operaciones, tierra de la cual no solo Maduro y su régimen se aprovecha, sino también los guerrilleros como FARC, el ELN y otros grupos terroristas, narcotraficantes, invasores rusos, chinos, cubanos e incluso grupos que lucran de la pornografía y prostitución infantil.
Con esto no quiero eximir de responsabilidades a mis conciudadanos. Creo que los hechos han demostrado que no fue de completamente voluntad de “los más desfavorecidos”, también influyeron mucho las élites mercantilistas y empresarios, medios de comunicación y los más excelsos “intelectuales y artistas”.
Claro, es un error del que hoy todos están arrepentidos, pero parece muy ligero de algunos juzgar a todos, incluyendo a mi generación que no votó por esta catástrofe. Culparnos de haber permitido que el socialismo llegara a Venezuela, como intentando justificar los crimenes de lesa humanidad que el régimen ha cometido contra los venezolanos, no tiene sentido.
En mi caso, que tengo 25 años de edad y apenas tenía 4 cuando el chavismo tomó el poder, al menos desde los 17 años he asumido mi deber de combatir a esta tiranía en todos los espacios posibles. Solo pienso que ser condescendiente ante esto carece de todo tipo de sensibilidad.
Es innegable que la diáspora venezolana ha sido la más grande en la historia de América y desde luego eso lo vuelve incontrolable, pero seguimos advirtiendo que mientras exista el régimen de Maduro y las mafias usurpando el poder, habrá más venezolanos huyendo de este sistema.
También soy consciente de que en estos momentos hay tensión en muchos países por el éxodo migratorio, y algunos compatriotas han, en efecto, cometido delitos (y merecen, en consecuencia su respectiva condena), pero eso no debe nublarnos la razón y llevarnos a la generalización. Solo pido en estos momentos tan duros que viven mis conciudadanos, que sean juzgados individualmente y no por su nacionalidad, porque les aseguro que la mayoría somos hombres y mujeres de bien, con valores, talento y unas ganas inagotables de alcanzar la libertad.
Como venezolana, me siento orgullosa de mis conciudadanos honestos, quienes aún en contra de su voluntad han tenido que huir de esta tragedia socialista para al menos encontrar un trabajo que les permita comer las tres veces al día y mantener a los familiares que todavía viven en Venezuela.
Estamos avanzando. Estamos decididos a vencer el mal. Estamos dispuestos a alcanzar la victoria. Estamos listos para vivir en libertad. No dudo que este país saldrá de esta oscuridad y que de todos estos errores y humillaciones aprenderemos.
Como en algún momento de la historia dijo el prócer José Antonio Páez: “En la infancia son tan naturales los extravíos como lo son el buen juicio y el acierto en la edad madura; y si se quitara al hombre la facultad con que comete sus primeros errores, se le privaría sin duda de la que produce después los grandes hechos”.
María Oropeza es abogada y coordinadora juvenil de “Vente Venezuela”.