
La muerte de Fidel trae consigo innumerables sentimientos encontrados en las personas. Por un lado, quienes viven en la fantasía del sueño de la revolución comunista para liberarlos del “imperialismo yankee” y por el otro, quienes han sufrido y vivido realmente lo que está lejos de ser una fantasía y está cerca de ser una pesadilla.
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Para quienes lo vemos desde afuera, en mi caso como argentino, lo más cercano que tuve a esa pesadilla fue el populismo (que sigue vigente). En lo personal, la muerte de nadie me alegra, pero tampoco siento respeto.
Fidel fue una persona que impuso con violencia y sangre un modelo político. Siento dolor por la cantidad de cubanos que murieron o se exiliaron de su país por culpa de la violencia de la revolución. Más aún, tras soportar casi 60 años de opresión, es al pueblo cubano al que tenemos que acompañar con el sentimiento y no solo ahora, sino que deberíamos haberlo hecho antes con la misma importancia de hoy.
El tirano habrá muerto, pero su tiranía esta viva y es momento que el pueblo cubano se revele y se libere. La ilusión de libertad fue lo que Castro vendió durante la revolución en 1959, pero lo que terminó haciendo fue exterminar la libertad individual de los cubanos.
Para que Cuba hoy se libere de esta tiranía comunista y después de décadas de sufrimiento, surja con fuerza, debe unirse y luchar por su libertad. Debe exigirles a los tiranos que se vayan, que dejen de violar sus derechos humanos, sus libertades. Los latinoamericanos que miramos desde afuera, los cubanos exiliados, debemos ayudar a los cubanos que se encuentran dentro. Debemos apoyar al pueblo, no idolatrando a un dictador como Fidel Castro, debemos alentar a que vuelva la libertad pura a ese hermoso país.
Es una gran oportunidad de que los cubanos reclamen lo que les pertenece, que es su vida privada. Es la oportunidad de dejar que un tirano quede como tal y no como un héroe, como fue el Che Guevara. Cuba debe ser libre, el gobierno cubano sabe y entiende que su modelo está fracasando. Es un cambio global, donde el populismo está perdiendo fuerzas y el liberalismo está volviendo.
Ni la derecha ni la izquierda comunista son sanas, ambas reprimen y se imponen con la fuerza de las balas y no de los libros, por más que muchos intelectuales crean lo contrario. Ninguna ideología política que doblegue al individuo contra su voluntad es sana, no hay manera que ningún país crezca bajo el ojo vigilante del Estado sobre las libertades individuales. Cuando estos líderes -que se transforman en tiranos- toman el poder, se acaba la soberanía de los individuos sobre su libertad propia y privada.
El poder consume a los líderes y los transforma en lo que vemos, Chávez, Maduro, Kirchner, Castro, hombres que a pesar de pasar por arriba de la voluntad humana, son idolatrados como libertadores. Son llamados así porque supuestamente nos liberan del materialismo y el capital, pero nos mienten con su historias del bien común. Cuando estos dictadores, tanto democráticos como de facto, mueren, la leyenda de ellos queda viva, pero es deber de los individuos reconocer si esta no es más que una mentira.
Es el comienzo de una nueva época (por más que la tiranía siga vigente), la oportunidad de cambiar y hacer historia está presente más que nunca. Cuba puede girar hacia la libertad, con ayuda de sus países vecinos y con la fuerza y voluntad de quienes habitan el país. Quizás luego de seis décadas de falta de libertad y derechos humanos, se escriba una nueva página en la historia y la tiranía comunista en Cuba quede como un mero recuerdo.