La gente suele creer que, políticamente hablando, derecha e izquierda radicales son dos polos opuestos. Los que así piensan no han profundizado en la evidencia histórica y se han quedado en las apariencias. Es una falsedad que a los tiranos les sirve porque así sientan las bases o fortalecen a sus respectivas dictaduras.
La verdad es que los extremos se tocan y originan complicidades entre los déspotas de diferentes orientaciones ideológicas. Y mientras el público, tontamente, cree que son enemigos acérrimos, sotto voce, tejen alianzas inconfesables.
Hay varios ejemplos notorios de lo dicho.
En las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de las personas –incluso gobernantes de los países occidentales– estaban convencidas de que Adolf Hitler y Stalin se odiaban mutuamente.
Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial (1938-1945), se descubrió el Pacto Molotov-Ribbentrop, mediante el cual Hitler y Stalin se repartieron Europa. Se dividieron Polonia entre ambos y se estableció que Finlandia, Besarabia y Bucovina (parte oriental y central de Moldavia respectivamente) eran zonas de “interés soviético”.
En un trabajo de investigación conjunto, Efim Schuhmann y Daria Bryantseva afirman que “para ambos regímenes, el pacto supuso una ventaja política y económica. Entre agosto de 1939 y junio de 1941, Moscú suministró petróleo, cereales, níquel, manganeso, cromo, madera y otros materiales a la Alemania nazi”. Por su parte, el Tercer Reich “surtió a los combatientes soviéticos de explosivos, emisoras de radio e incluso el buque ‘Lützow’. También recibieron un préstamo de 200 millones de marcos”.
En América Latina, podemos mencionar un caso análogo: la complicidad entre Fidel Castro (dictador comunista) y Jorge Rafael Videla (símbolo de la derechista dictadura militar argentina).
Juan Ignacio Irigaray expresa que se sabía que la “dictadura argentina (1976-1983) y el régimen socialista cubano se llevaron de maravilla”. Sin embargo, ahora “han salido a la luz los documentos oficiales y secretos que certifican ese ‘romance’. La web Desclasificación del ministerio argentino de Exteriores ha publicado 70 oficios de la embajada en La Habana que prueban el apoyo recíproco entre dos regímenes en teoría opuestos en lo ideológico”.
Fidel y Videla se respaldaron en diversos organismos de la ONU. Por ejemplo, para que Cuba ingresara al Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Argentina fuese reelegida en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC).
Asimismo, cubrieron mutuamente sus respectivas violaciones a los derechos humanos. En el Comité de Derechos Humanos con sede en Ginebra, los representantes de Castro “jamás votaron las resoluciones de denuncia a la dictadura de Videla. Y los argentinos devolvieron la gentileza absteniéndose de votar contra Cuba”.
Ahora, parecería que el mismo esquema se está dando en Uruguay, en el contexto de las elecciones nacionales de este año.
Ha surgido un nuevo partido político de raigambre militar denominado Cabildo Abierto, encabezado por Guido Manini Ríos, excomandante en jefe del Ejército uruguayo (2015 – marzo de 2019). En abril lanzó su candidatura –luego de haber sido cesado en su cargo por el presidente Tabaré Vázquez– y su ascenso en la arena política ha sido vertiginoso. Según las últimas encuestas, se ha posicionado como el cuarto partido político y capta la adhesión de 9,5 % del electorado.
Siendo comandante en jefe, Manini Ríos se hizo famoso por varios motivos.
En primer lugar, desafió en varias oportunidades a Vázquez haciendo declaraciones públicas polémicas –algo que le está vedado por la Constitución–. Asumió un rol protagónico en la defensa de reivindicaciones para los militares, entre ellas, cuestionando las reformas de la Caja Militar y de la Ley Orgánica Militar, porque considera que son perjudiciales para los soldados. Eso le valió una sanción de Vázquez (quien, sin embargo, no lo destituyó por ese motivo) pero lo tornó más prestigioso entre los miembros del Ejército. Reforzó el respeto que ya le tenían en el ámbito castrense.
El presidente del Centro Militar, Carlos Silva, declaró que “es el general con mayor prestigio de 1985 a la fecha. Es respetado por todos. Sin exclusiones. Es nuestro comandante. No hay nadie que se le asemeje al prestigio y rectitud de este hombre. Ni siquiera en ámbitos políticos. Es una figura de altísimo carisma y eso ha unido a todas las Fuerzas Armadas. Sin duda que es un hombre con gran proyección política al que estaremos apoyando”.
Además, Manini Ríos cuestionó la actuación del Poder Judicial en los casos relacionados con crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar (1973-1985). Esa fue la razón por la cual Vázquez finalmente lo cesó.
En adición, el excomandante considera que la violación de derechos humanos por parte de algunos integrantes de las fuerzas armadas, “no había dañado el honor del Ejército”.
En momentos en que hay gran insatisfacción en el país hacia los gobiernos del Frente Amplio –especialmente en lo referido a la seguridad pública– Manini Ríos se está posicionando como alguien capaz de ponerle coto a la delincuencia.
La conjunción de los elementos señalados ha hecho que muchos votantes lo vean con simpatía como una alternativa de “ultraderecha”. Es decir, ubicado en el polo opuesto a los tupamaros.
Pero, ¿será así? Hurguemos un poquito para tratar de llegar a la verdad.
Fue el MPP –partido político de los tupamaros liderado por José “Pepe” Mujica– quien presionó a Vázquez en 2015 para que nombrara como comandante en jefe del Ejército a Manini Ríos. Asimismo, Mujica fue a lo largo de todo este tiempo su oculto sostén, imponiéndose a los miembros del Ejecutivo que pedían su destitución.
Ahora, tras el fortalecimiento de Manini en el espectro político, varios integrantes del Frente Amplio salieron a demonizarlo. Pero Lucía Topolansky –vicepresidenta de la república y esposa de Mujica– salió en su defensa. Les pidió a sus correligionarios que evitaran ofender a Manini porque podría llegar a ser un “aliado” en un eventual cuarto gobierno.
Manini Ríos y Mujica comparten la admiración hacia Alberto Methol Ferré, un filósofo uruguayo que propulsaba hacer de América Latina una “Patria Grande”, término íntimamente ligado a la izquierda radical continental. Marcos Methol, hijo de Methol Ferré, es uno de los asesores más cercanos de Manini Ríos y estuvo vinculado al MPP a través del Centro Artiguista por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Cadesyc).
El apoyo del MPP hacia Manini Ríos podría ser interpretado a la luz de los dichos de Topolansky en 2012, durante una entrevista con la agencia argentina Télam. Allí expresó que los militares deben estar del lado del ciudadano y defender la patria.
“Nosotros tratamos de hacer un trabajo en esas cabezas, de modo de que ellos tengan un papel de defensa de la patria y no de ataque al ciudadano. Eso está definido porque está en la Constitución. Si los ponemos de nuestro lado podremos sobrellevar cosas. A Chávez en Venezuela lo salvó la movilización de la gente y un puñado de militares leales que fueron decisivos. Esas cosas se aprenden de la historia. Siempre decimos así ‘un numerito’, preciso por lo menos un tercio de la oficialidad y la mitad de la tropa de mi lado. Me gustaría todo. Nosotros, por ejemplo, en el ministerio de Defensa pusimos un profesor de historia para revisar todos los programas de formación de los militares, porque ahí es donde se los forma”, afirmó.
Topolansky –que se cuida menos que Mujica en revelar sus intenciones– reiteró en varias ocasiones su deseo de fidelizar a los militares porque el MPP necesita “a muchos de los uniformados como aliados del Frente Amplio para colaborar con el proyecto político de la izquierda”.
Por tanto, aquellos votantes uruguayos que se inclinan hacia Manini Ríos pensando que es el extremo opuesto a Mujica y el MPP, sería oportuno que investigaran un poco más.