En América Latina, pero especialmente en Colombia, se tiene que tener claro que Leopoldo López es el núcleo de la estrategia de la Asamblea Nacional en los diálogos con el régimen. Su padre ha estado desde el inicio como protagonista fundamental en el involucramiento de Noruega como “facilitador” de los tratos de impunidad a la camarilla de Maduro.
De hecho, el llamado “Grupo de Contacto” fue impulsado por Joseph Borrell, ministro de asuntos exteriores de España, país por el cual Leopoldo López padre ha sido capaz de elegirse como diputado al parlamento europeo, lo que refleja el nivel de influencia que han acumulado los López, padre e hijo, en la península, y que obviamente han usado para darle aire a la política de diálogos.
Tan evidente es el hecho que en el núcleo de las apuestas de negociación se encuentra López que en los eventos del 30 de abril, cuando se hicieron ofrecimientos a miembros de la mafia madurista, que el único que realmente terminó capitalizando acercamientos y ofrecimientos fue el propio Leopoldo López al ser liberado por Cristopher Figueras, quien a su vez no tuvo sanciones y dio entrevistas en Estados Unidos.
Y todo esto hay que tenerlo claro, porque si bien Juan Guaidó aparece como el operador mediático e institucional del proceso, y las frustraciones se diluyen entre los diferentes partidos, el verdadero capitán de la negociación detrás de las condiciones de transición es Leopoldo López, así que mejor enfilar hacia él las consecuencias de los acuerdos.
El peor acuerdo para Colombia: cohabitación sin pacificación
No se puede suponer que lo que se esperaba para el 30 de abril era solamente la libertad de Leopoldo López por el viaje de Cristopher Figuera. Al parecer, el tema iba en serio, e incluso algunos afirman que la inteligencia cubana se quedó dormida frente a este proceso, que los rangos del complot eran muy altos y están acostumbrados a cortar las conspiraciones más abajo o porque simplemente los burlaron.
Lo cierto es que la transición que parece se iba a lograr era con Maduro en el exilio, pero con Vladimir Padrino como ministro de Defensa y Mikael Moreno como presidente del Tribunal Supremo de Justicia; o por lo menos serían protagonistas principales del “cese de la usurpación” y su dinámica posterior.
Seguramente en esos términos se sigue conversando, se siguen revisando las opciones, lo que por supuesto es inaceptable. Es inaceptable para los venezolanos porque con ellos encabezando la transición no se pueden asumir unas elecciones libres. Y es inaceptable, asimismo, para los colombianos, porque con ellos en cabeza de los aparatos de seguridad y justicia tampoco se ve una disposición a la captura de las principales amenazas de seguridad para Colombia que hoy se refugian en Venezuela.
En la lógica de cohabitación sin pacificación que estaría armando Leopoldo López no solamente habría impunidad para varias de las figuras más visibles del chavismo, sino que no se ve posible cómo habría un compromiso real para atacar las redes de violencia contra los venezolanos en las ciudades: colectivos, pranes, trenes y demás, así como las redes de violencia contra los colombianos en los sectores fronterizos: ELN y DisFarc, además de las redes de violencia contra Occidente como cubanos, iraníes, Hezbollah y Hamas.
Leopoldo López tendría elecciones, algunos altos mandos mantendrían poder, pero la inseguridad continuaría o se acentuaría. Ya sea por incompetencia, negligencia, o corrupción en la neutralización de los diferentes tipos de organizaciones criminales, tan extendidas que su sola confrontación en otras circunstancias ameritaría varios ejércitos actuando en simultáneo, o un largo, lento y doloroso proceso de conflictos de diferente intensidad.
ELN, Cuba, la ingenuidad brasileña y la amenaza continental
Esa lógica enfocada en la salida de Maduro muestra una ingenuidad en temas de seguridad, pero especialmente en términos de geopolítica, y quizás nadie la expresa mejor que el vicepresidente Hamilton Mourao que afirmó “alguien tiene que decirle a Cuba que sustituirá a Venezuela como abastecedor de petróleo para que Cuba retire a su gente”.
No solamente Cuba no pagaría por los crímenes que ha cometido en Venezuela y contra Venezuela, sino que un vicepresidente de Brasil (es decir, un posible presidente de Brasil, que proviene de las fuerzas militares) estaría dispuesto a pagar un rescate en petróleo por la libertad de Venezuela. Si se necesitara mayor confesión del secuestro en el que la dictadura comunista de La Habana tiene al pueblo venezolano, el alto funcionario brasileño la ha dado.
El problema no es solamente que Cuba retire sus agentes visibles y formales, como si no hubiera quedado adicta a tener una colonia continental en Suramérica y pudiera prometer no hacerlo nunca más o no volverlo a intentar. El verdadero problema es que los cubanos, que saben de camuflaje, así se salieran de Venezuela por un tiempo, tienen incrustada a su franquicia mayor, el ELN, en toda la zona sur de Venezuela.
De ahí que una cohabitación sin pacificación, especialmente sin pacificación en el sur de Venezuela, es la declaración formal del Estado Amazonas como ELNzuela, la tierra gobernada por los cubanos a través de su guerrilla más leal, que han alimentado desde siempre como durmiente en la zona continental para mantener la posibilidad de alzar de nuevo el internacionalismo comunista guerrillero.
ELNzuela y la Patria Bolivariana
De hecho, el Crisis Group afirmaba que el ELN “está ahora más cerca de lograr la ‘fuerza de guerrilla continental’ que desde hace mucho tiempo pretendía crear con combatientes presentes en al menos cuatro países diferentes: Colombia, Venezuela, Ecuador y Guyana (cerca de la frontera con Brasil)”.
Usando como eje la navegabilidad de los ríos de la Amazonía y con la cercanía al Arco Minero, la guerrilla del ELN puede mantener su presencia y mutar por fin a la encarnación política de la expansión principal del régimen cubano. De esa forma, son capaces de desarrollar y fortalecer desde esa región una influencia política permanente en todo el continente. En términos de financiamiento, pueden conectar con las zonas que al sur de Colombia intenta consolidar el disidente fariano Gentil Duarte para tener salida con rutas de narcotráfico, armas y oro.
Cuando Carlos Lozada se refería a la “Patria Bolivariana” en el Foro de São Paulo 2019, realizado en Caracas, no hablaba en sentido retórico, no es un espacio simbólico, un lugar inmaterial. Muy por el contrario, la pretensión de ser un “Estado dentro del Estado” fue un objetivo que tuvo las FARC durante la mayor parte de su proceso insurgente. Sin embargo, ahora el objetivo político territorial ya no sería un Estado dentro del Estado, sino un paraestado dentro de varios estados. Una retaguardia estratégica continental para el internacionalismo comunista coordinado desde La Habana.
Leopoldo López, en su proceso de transacción con miembros del régimen de Maduro, estaría condenando a la región a no poder enfrentar a tiempo la amenaza que con paciencia y estrategia vienen montando como Plan B pero que siempre fue el Plan A: crear un enclave comunista funcional a La Habana en el continente.
Cambiaría, sin darse cuenta, la salida de Maduro por el estado Amazonas. Menos presión en las zonas urbanas y más tiempo para seguir montando infraestructura en la selva.
Por eso, si Mourao cree que Cuba puede cambiar algunos barriles de petróleo por lograr la supremacía en el Estado venezolano de Amazonas es más ingenuo que los López. Quizás de dientes para afuera se irían, e incluso recibirían el rescate, pero permitir que interrumpan el nacimiento de ELNzuela, nunca.
La patria bolivariana la están construyendo en las narices de los brasileños y si no se dan cuenta, irán por ellos. Acá en Colombia, por lo menos, ya los conocemos y siempre los estaremos esperando… o iremos por ellos.