“No era chavista, y tampoco kirchnerista. Las advertencias fueron debidamente presentadas desde estas columnas. Solo recibí a cambio insultos, difamaciones, aislamiento social extremo. Numerosos amigos, y en particular siete amigas, dejaron de verme y me excluyeron de sus actividades. Todo por describir anticipadamente lo que ahora se manifiesta contundentemente sobre la realidad de la política argentina. Quienes trataron de destruirme desde mayo de 2019, véanla bien: Alberto Fernández era, en verdad, macriísta”.
El divertido post de Facebook del abogado, analista de mercados financieros y exlegislador Carlos Maslatón (que asegura que se dice “macriísta” porque Macri termina en i) deja en evidencia el debate de sordos que se da entre la mayor parte del electorado argentino. Para un sector de la sociedad Macri representa la civilización ante la barbarie y para el otro, el peronismo (con el kirchnerismo dentro), es la defensa de los más humildes ante los planes económicos sin conciencia social de Cambiemos. Ninguno percibe la continuidad de un modelo agotado de déficit fiscal, endeudamiento, economía cerrada y estatismo.
A tres meses de mandato de los Fernández, en Argentina vuelven a aparecer manifestantes indignados que no diferencian la foto de la película. Al igual que se veía a miles de personas reclamar durante al Gobierno anterior que con Cristina se vivía mejor, hoy la imagen se repite y los que apoyaban a Cambiemos ya piden el precio del asado o jubilaciones a “cifras macristas”. Unos no entendían que, por no cambiar de raíz el modelo, lo mismo daba si el presidente era Macri o Daniel Scioli. Hoy, los partidarios cambiemitas se quejan de los aumentos de precios de Alberto, pero lo cierto es que si Macri hubiese conseguido la reelección, la situación hubiera sido exactamente la misma.
El común denominador entre ambos fue resaltado esta mañana por el economista liberal Roberto Cachanosky, quien advirtió que el kirchnerismo copia el “gradualismo y el ir viendo de Cambiemos”. Es decir, la improvisación total sin un programa económico.
“Curiosamente se da una situación parecida a la de Cambiemos. Mauricio Macri nunca quiso tener un plan económico global. Siempre apelaron al gradualismo y al tratar de solucionar problemas puntuales. Era ir viendo todos los días cómo solucionar algún problema. El kirchnerismo encara un proceso igual. Aplica gradualismo fiscal diciendo que hasta 2023 habrá déficit fiscal y no explicita un plan económico. Es una política, al igual que la de Cambiemos, de ir viendo”, señaló el conductor del Informe Económico.
Cachanosky también advirtió que la falta de un programa concreto y la necesidad de recurrir a la emisión monetaria para cubrir el déficit garantiza que los cuatro años de Alberto Fernández serán de inflación alta. Incluso advierte que la situación podría “desbordarse”.
“Muchas similitudes”
En diálogo exclusivo con Manuel Adorni para el PanAm Post, el popular economista dijo que existen muchas similitudes entre el macrismo y el kirchnerismo, pero que resalta dos en particular. “El gradualismo, que sigue siendo una variable presente, es algo que parece que nos gusta a los argentinos que pensamos que si vamos despacio es mejor y que no hay que hacer las cosas de golpe. Pero en realidad es como cortarle la cola al perro de a poquito. Si lo hacés muchas veces va a sufrir más, en lugar de hacer todo de una y listo. Sin embargo, las consecuencias son peores porque después recuperarte te cuesta más”.
Otra similitud destacable para Adorni es el presupuesto. Durante ambos procesos la conformación general de los gastos del Estado repitieron (y ahora repiten) la misma estructura con el “gasto social” y el empleo público por las nubes.
Si José Luis Espert denominó al macrismo como el “kirchnerismo con buenos modales”, ¿cómo debemos llamar a esta nueva versión del albertismo? ¿Kirchnerismo macrista? Podría ser…