Una expedición arqueológica dirigida por los Estados Unidos, pudo haber descubierto una ciudad perdida y escondida en la selva hondureña, de acuerdo con un informe publicado por National Geographic el año pasado. En enero de este año, el equipo de arqueólogos regresó a Honduras para continuar con la expedición.
Frente a esto, el historiador y exjefe del instituto hondureño de Antropología e Historia, Darío Euraque, indica que la comunidad académica no ha ignorado las joyas arqueológicas que se esconden en La Mosquitia, zona donde se llevó a cabo la expedición.
“Muchos de los enclaves arqueológicos fueron identificados hace tiempo, pero se les mantuvo en secreto para preservarlos y porque las personas que lo encontraron no estaban interesadas en atraer el turismo“, dijo Euraque.
- Que pensar distinto en Honduras no sea objeto de condena
- El gobierno de Honduras debe proteger al sector privado
La crítica del historiador se debe a que los arqueólogos se están llevando el reconocimiento por el presunto descubrimiento y, además, el grupo estadounidense es acusado de haber exagerado el valor del hallazgo, de ofender a grupos indígenas con el uso de una dialéctica racista, y de vulnerar la zona.
La Mosquitia es una región histórica ubicada en el este de Nicaragua y en parte de Honduras, que alberga la mayor selva tropical de América Central y suele representarse como un territorio inexplorado, otrora poblado por civilizaciones ancestrales.
En 2012, una investigación reveló, por primera vez, la existencia de ruinas en una zona remota de La Mosquitia. Los investigadores pensaron que podría tratarse de la «Ciudad Blanca», un asentamiento legendario que alguna vez cautivó a españoles, aventureros y arqueólogos, con los rumores sobre una supuesta riqueza.
Partiendo de esta investigación, el equipo estadounidense se planteó llevar a cabo la expedición en la región. En marzo de 2015 comenzó la primera excursión y, luego de realizar numerosos estudios, concluyeron que habían descubierto los restos de una civilización.
El equipo tomó registro de todos los resultados obtenidos, pero no dio a conocer ningún tipo de información sobre la ubicación, ni mapas del sitio.
En los años 40, el mito centenario de la Ciudad Blanca, que por décadas había estado en el olvido, volvió a tomar relevancia: Theodore Morde, un importante periodista estadounidense de la época realizó un viaje a la selva hondureña, donde, según Morde, encontró la ciudad perdida. Nadie le creyó.
Morde fue motivado por una ciudad que supuestamente había sido construida enteramente de piedra blanca, se encuentra llena de riquezas y contiene una gigantesca estatua de un dios mono, pero, a pesar de su seguridad de desmitificar a la Ciudad Blanca, no se volvió a hablar de ella hasta la expedición del año pasado.
“La única ‘novedad’ de esta expedición es que el grupo se está planteando llevar a un museo lo que han encontrado”, aseguró Darío Euraque, quien afirma que el “descubrimiento” no es gran cosa.
“El Gobierno de Honduras no cuenta con suficientes recursos como para proteger este tipo de sitios, por lo que el anuncio al público de su existencia sólo lo torna vulnerable a los saqueos”, indica el historiador. Por esta razón, a pesar de conocerse su existencia y ubicación, los especialistas prefirieron mantener la información en secreto.
Los indígenas residentes de la zona, han mostrado descontento por la forma en que el equipo estadounidense y el gobierno de Honduras han manejado el presunto descubrimiento.
El 13 de enero, a días de que se hiciera noticia el “gran descubrimiento”, la unión de las poblaciones indígenas de La Mosquitia escribió una carta abierta al presidente Juan Orlando Hernández: Tanto el presidente como el equipo que publicó el informe en National Geographic no consultaron a los habitantes de La Mosquitia antes de llevar a cabo la exploración y extracción de las piezas arqueológicas, denuncian los indígenas.
Los lugareños, quienes aseguran que siempre supieron de la existencia de la ciudad perdida, solicitan a los investigadores que los objetos encontrados sean mantenidos en sus territorios.
Además, en la carta también se lee que los indígenas piden a los medios de comunicación que dejen de referirse a la zona como la “Ciudad del Dios mono”, asegurando que dicha denominación es “racista” y “un insulto”.
En paralelo, un grupo de 24 arqueólogos y antropólogos también redactó una carta abierta desafiando el supuesto descubrimiento. Según la misiva de los investigadores, esta expedición no es otra representación del “discurso colonialista” y una ofensa contra el conocimiento de las poblaciones indígenas.
Euraque, por su parte, asegura que “las personas que firman la carta han dedicado su vida a la arqueología y aman a Honduras. Ellos no quieren que el país se convierta en un reality show. Los llamados especialistas de National Geographic no son serios”, sentenció.
Al historiador le preocupa que el supuesto descubrimiento convierta a la zona en un circo mediático.
Por otro lado, el presidente Hernández indicó que no pudo prever la agitación que provocó la expedición, pero sin embargo, dice estar ante algo “que nos va a llevar muchos años poder descubrir en profundidad, pero que necesitamos promover para que el mundo lo conozca”, expresó el presidente durante una rueda de prensa en La Mosquitia el pasado 30 de enero.
Euraque cuestiona las palabras del presidente y asegura que crear una industria turística en La Mosquitia es un disparate, ya que la zona es de difícil acceso y está plagada de peligros para los viajeros.
Frente a la polémica, el equipo dirigido por Estados Unidos emitió un comunicado en defensa de su trabajo y negó cualquier mal manejo de la información.
“Esperamos que nuestros colegas se den cuenta de la enorme contribución y la atención que este proyecto ha traído, no sólo para la comunidad académica que trabaja en la zona, sino también para el pueblo y el gobierno de Honduras, y esperamos que juntos seamos capaces de fomentar y alentar una mayor investigación académica en el área”, se lee en el texto.
Entretanto, el equipo continúa trabajando en la región con el apoyo del gobierno, y ha comenzado a desenterrar objetos de una importante relevancia histórica.
A pesar del rechazo por parte de la comunidad de arqueólogos de Honduras, el Dr. Ivan Sprajc, arqueólogo de Eslovenia especializado en desenterrar ruinas y responsable del descubrimiento de tres grandes antiguos enclaves en la selva mexicana, asegura que “los hallazgos en Honduras podrían arrojar luz sobre asuntos importantes que tienen que ver con el desarrollo de las culturas prehispánicas en la zona, así como con la relación entre estas culturas, la maya y otras mesoamericanas”, concluyó el arqueólogo.
Con información de: VICE.