El miércoles 15 de marzo de este año El Salvador tuvo 30 asesinatos. Tras ello, el ministro de Justicia y Seguridad Mauricio, Ramírez Landaverde, declaró que “el país tendrá que enfrentar algunos días duros y tiempos difíciles” en su lucha por reducir la violencia.
En 2015 El Salvador tuvo una tasa de 103 asesinatos cada 100.000 habitantes y 81,7 en 2016. Se calcula que hay 60.000 pandilleros. Solo la Mara Salvatrucha tiene 30.000 miembros en el país y otros 50.000 alrededor del mundo, entre 8000 a 10.000 viven en los Estados Unidos.
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El 16 de marzo fue publicado “La nueva cara de las pandillas callejeras: El fenómeno de las pandillas en El Salvador”, un estudio elaborado por el Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe y el Instituto Jack D. Gordon para Políticas Públicas de la Universidad Internacional de la Florida, junto al Con apoyo de la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), y financiado por el departamento de Estado de los EE. UU.
Este estudio está basado en una encuesta realizada a pandilleros y expandilleros, y busca explicar el motivo por el que estos ingresan a una mara. Para este estudio La investigación fueron entrevistados 1196 miembros de pandillas, retirados y activos en seis prisiones.
El 62,4 % de los jóvenes que se han unido a las pandillas o maras en El Salvador lo hicieron por “ocio” o “amistad”. Buscan ser aceptados y que cuando ven donde están metidos, el 19,6 % no puede abandonar la estructura. Esos datos en el caso de los hombres, en cambio, las mujeres ingresan a las pandillas “debido a problemas familiares”, con el 21 %, y porque son obligadas en el 12,3 % de los casos.
¿Cómo rehabilitar a un pandillero?
James Garbarino es un experto en las conductas de niños que comenten actos criminales. Él dio una entrevista al medio salvadoreño La Prensa Gráfica, en donde habló sobre el caso de violencia en El Salvador. Garbarino tiene un doctorado en Desarrollo Humano y Estudios Familiares y es un perito en psicología del desarrollo.
Gabarino inició sus estudios durante la Guerra de Vietnam. Uno de sus primeros estudios fue la capacidad de juicio moral de niños de 12 años, entre más conectados están con las políticas de su país y más desarrollado estuviese este territorio, el juicio moral de estos niños se encuentra más desarrollado.
Entre las afirmaciones que se suele hacer sobre los niños asesinos, sin detenerse a ver la humanidad de estas criaturas, es que son seres monstruosos. Sin embargo, en sus estudio Gabarino busca explicar las acciones de estos niños con un enfoque de su humanidad, intentando darle una explicación humana a sus acciones.
“He trabajado con muchos jueces y noto que cada vez que los jurados están basados en esta concepción del ‘mal absoluto’ es más complicado que dicten condenas más acertadas”.
Para el experto, la acción a tomar con estos niños es buscar su rehabilitación, no condenarlos a seguir en ese ciclo de violencia con una condena por su crimen que no les permitiría salir adelante. “Solo hay un pequeño porcentaje de individuos que no se pueden rehabilitar, y en psicología el término clásico para estas personas es psicópatas”.
En El Salvador pocas personas creen en la rehabilitación de los pandilleros, la concepción del marero es que es un psicópata. No obstante, la idea es darle una segunda oportunidad a estos jóvenes.
Gabarino ha estudiado la evolución psicológica de adolescentes que fueron condenados a una vida de cárcel por haber cometido un delito grave en su adolescencia. Y en los últimos 20 años, se ha convencido de que es posible la rehabilitación, pero evidenció para ello se necesitan experiencias de aprendizaje, experiencias espiritual, lectura o meditación. Algo que cambie su concepción del mundo.
El experto les pregunta a los adolescentes asesinos qué hubiese sido de su vida si no los hubieran encerrado, a lo que la mayor parte de ellos coincide en que su camino era el del crimen y que de él no sobrevivían. El experto explica que a los 25 años el cerebro está más maduro y se puede analizar mejor los crímenes que cometieron de adolescentes.
Cuando una persona entra a una cárcel tiene la opción de cambiar su vida. Esto en el caso de estar dentro de un sistema penitenciario, pero en El Salvador no existe esa oportunidad, el sistema carcelario está roto.
“Cuando estas personas entran a la cárcel tienen que tomar una decisión: convertirse en bárbaros salvajes o convertirse en monjes. En algunas prisiones de Estados Unidos les dan las facilidades o los espacios para lo segundo. Si agarramos un espectro de cárceles desde Escandinavia, donde están enfocados en los derechos humanos y la rehabilitación, y nos vamos hasta el otro extremo, a Estados Unidos y luego nos vamos a otro lado donde está El Salvador… lo que quiero decir es: que el tema de la rehabilitación no es solo una cuestión psicológica, también es un asunto político.”
Para el experto la única forma de lograr una verdadera rehabilitación es cambiando la mentalidad dentro de las prisiones. “Es posible cambiar el clima social adentro de las prisiones, pero no sucede a través de la fuerza, sino a través de reflexiones, meditaciones, a través de un abordaje de respeto. Existe un estudio del psicólogo-psiquiatra que se llama James Gilligan en el que encontró que uno de los factores primarios que incrementa la violencia y la agresividad en las cárceles es porque les promocionaban valores de vergüenza y no valores de respeto”.
Fuente: La Prensa Gráfica