Por Francisco Cambronero Martínez*
A menudo en España los medios han dicho que VOX es un partido de extrema derecha. No han dado nunca argumentos que avalen tal calificativo, pero es algo que ha calado entre buena parte de la sociedad española. Esto, en realidad, tampoco es de extrañar dado que, según varias encuestas, la mayoría de españoles percibe al Partido Popular como un partido de derechas, a pesar de haber aplicado políticas económicas y morales socialdemócratas.
Sin embargo, el resultado de estas elecciones es el final de la llamada Resistencia, que comenzó curiosamente el 3 de octubre de 2017, cuando Su Majestad Felipe VI pronunció un discurso institucional a favor de la unidad de España, de la democracia, de la Constitución de 1978 y de la libertad.
El segundo momento fue la masiva manifestación que hubo el 8 de octubre en Barcelona. Más de 1 millón de españoles en las calles de la capital catalana en contra del independentismo y a favor de España y la libertad.
Otro momento fue la manifestación del 29 de octubre. Otro millón de españoles volvió a llenar las calles de Barcelona. Dos días antes, el gobierno nacional había aplicado el artículo 155 de la constitución española, lo que provocó la huida del President Puigdemont a Bélgica.
Luego llegó la moción de censura de Pedro Sánchez contra el PP. El PSOE necesitó el apoyo de Podemos, Bildu (proetarras), ERC (independentistas), JxC (independentistas) y el PNV (nacionalistas vascos). Esto fue entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018.
Desde entonces parecía que no había esperanza. Pero hubo dos acontecimientos que cambiaron todo. El primero fue que el resultado de las primarias en el Partido Popular no fue quien todos esperaban, Soraya Sáenz de Santamaría, alguien acostumbrada a pastelear más que a defender principios. Quien ganó fue Pablo Casado, un político que presumía de ser liberal, de haber leído a Hayek y Mises. Enseguida puso al economista Daniel Lacalle al frente de una comisión de economía para elaborar un plan.
El otro evento fue el éxito de VOX en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018. Todas las encuestas le asignaban como mucho 2 o 3 escaños. Consiguió 12. Más de 400 000 andaluces, región granero del socialismo español, decidieron confiar en un partido que claramente se dice de derechas, liberal-conservador, y no tiene miedo de criticar todas las leyes ideológicas que a lo largo de los últimos cuarenta años la izquierda ha ido imponiendo. Tan importan fue el resultado de VOX, que ha provocado un cambio de partido en el gobierno. El primer cambio en los 40 años que hay democracia en España.
Mientras tanto, Pedro Sánchez pactaba en secreto con los independentistas catalanes favorecer un referéndum de independencia a cambio de su apoyo para que él siga en Moncloa. Es el llamado “Pacto de Pedralbes”.
Y así, llegamos a las elecciones de ayer, 28 de abril de 2019. A pesar de que la mayoría de las encuestas concluían que Pedro Sánchez ganaría las elecciones, y lo haría con solvencia, dejando a mucha distancia al PP (algunas decían que alcanzaría los 130 escaños, y que el PP se quedaría alrededor de los 80), los votantes y medios de comunicación conservadores, liberales y de centro estaban convencidos de que la suma de las tres fuerzas políticas PP, Ciudadanos y VOX, como había sucedido en Andalucía, sería más que suficiente para recuperar el poder político y, con ello, culminar la reconquista.
Sin embargo, la realidad ha sido la que tanto se temían los amigos de la libertad y de España. El PSOE ha ganado con 126 escaños. Unidas Podemos y Guayem, 42. Con estos escaños, 126+42 (la mayoría absoluta se consigue con 176), Pedro Sánchez solo necesita pactar con ERC (15), un partido cuyo líder está en prisión preventiva, acusado de rebelión (curiosamente, ha conseguido escaño en el parlamento español) por el golpe de Estado de 2017, para poder tener la suficiente estabilidad política durante los próximos 4 años.
En estos momentos, no sabemos qué puede pasar. Muchos analistas y los empresarios más influyentes del IBEX 35 dicen que lo ideal es que Albert Rivera, líder de Ciudadanos, pacte un gobierno con Pedro Sánchez (tendrían 180 escaños). Pero es difícil que eso suceda debido a que, gracias al éxito de Ciudadanos (de 32 a 57 escaños), con apenas 1 % por detrás del PP (que se ha pegado un verdadero batacazo al perder 71 escaños y quedarse con solo 66), es lógico pensar que Rivera aspire a convertirse en el líder del centro derecha español (en realidad, Ciudadanos es socialdemócrata. Ellos se califican de liberales sociales).
En cualquier caso, parece evidente que la reconquista ha fracasado o, al menos, su éxito ha quedado pospuesto sine die. VOX, la gran esperanza del liberalismo conservador, solo ha conseguido 24 escaños, que es mucho porque venía de no tener ninguno, pero es poco porque todos esperaban que superara los 50. Incluso había analistas políticos que habían pronosticado que ganaría las elecciones. Pero nada de nada. La suma de las tres fuerzas PP+Ciudadanos+VOX ha quedado muy lejos (145) de poder siquiera plantearse intentar formar gobierno. Por todo ello, lo más probable es que acabe habiendo un gobierno del PSOE con los comunistas de Podemos, y pactos puntuales con los independentistas. Si estos sucediera, en pocos años asistiríamos a la independencia de Cataluña y a un proceso de deriva socialista a lo Syriza en Grecia inimaginable por la mayoría de los españoles. Un desastre para todos los que confiaban en la reconquista iniciada por su Majestad Felipe VI.
*Francisco Cambronero Martínez es licenciado en Filología Hispánica