A través de su programa televisivo transmitido por el canal RT (Russia Today), Conversando con Correa, el expresidente ecuatoriano habló con el líder comunista Pablo Iglesias, quien apoya al Chavismo en Venezuela y fue candidato a la presidencia de España en representación del partido de ultraizquierda Podemos.
Correa empezó el programa con una frase que, afirma, se le atribuye comúnmente: “Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”. Pero agrega que él lo escuchó de boca del dictador cubano, quien heredó el trono de su hermano Fidel, Raúl Castro.
Interviene, entonces, Iglesias y comenta que esa frase en realidad data del siglo XIX y se le atribuye tanto a Marx como a Engels.
Es decir, por medio de un concepto reciclado entre tiranos contemporáneos y los creadores del marco teórico que puso en marcha el socialismo científico, promover la noción que la prensa libre es en realidad un monopolio.
Iglesias sostiene que los medios son manejados por una oligarquía que decide cuáles contenidos pueden ser publicados y cuáles no. Por definición, la oligarquía es un “grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político”.
Irónicamente, Correa cita como autor de la frase, donde la prensa está sujeta a la voluntad del propietario, a Raúl Castro que preside Cuba donde solo circula el diario autorizado por el Estado: Granma.
En Cuba, el país donde más años ha estado en marcha el socialismo, no solo no hay libertad de prensa, sino que todo aquello que se imprime debe ser previamente autorizado, y quienes publican contenidos controvertidos son perseguidos.
Incluso les impiden salir del país a periodistas críticos luego de catalogarlos como “contrarrevolucionarios”, pues comprometen la imagen y, a la vez, la publicidad del régimen.
El propio Correa fue abiertamente enemigo de la prensa durante su mandato en Ecuador. Hasta le siguió juicio a un periódico por emitir una nota en su contra, cuyos directivos fueron condenados a prisión y a pagar una multa de USD $40 millones.
No solo eso, incautó canales televisivos y estatizó medios de prensa escrita que se volvieron propagandísticos y hasta ahora le traen al Estado, con dinero de los contribuyentes, pérdidas económicas de hasta USD $23 millones.
Citó también al ideólogo italiano Gramsci, a quien se refirió como “un gran marxista”, quien dijo que los grandes medios pertenecen “al capital”, muchas veces transnacional.
Entre risas, comparó a la prensa con los tiempos de la colonia donde era impensable cuestionar al rey, sin ver que el rol de un monarca autoritario que no permite ser criticado está más cercano un jefe de Estado, como lo fue él, como lo es Raúl y cómo podría volver a pretender ser Pablo Iglesias.
Sin embargo, no toman en cuenta que el hecho de que existan medios de gestión privada no impide que surjan más; sobre todo en la era de las redes sociales donde cada individuo tiene la posibilidad de emitir su opinión.
Mientras que si el Estado domina, coordina y restringe lo que se dice, cuándo, cómo y, sobre todo, quién lo dice, es que nos encontramos frente a un verdadero monopolio, pues lo maneja quien tiene a su alcance el rigor de la ley para penalizar toda conducta considerada indebida, o en términos castristas, “contrarrevolucionario“.
Al respecto, durante la revolución castrista, el Che Guevara dijo: “Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa”.
“El poder tiene que ver con lo económico, tiene que ver con los servicios públicos y si la información es un servicio público, hay que democratizar también la información”, dijo Iglesias.
A lo que Correa añadió: “Se supone que los servicios públicos son fundamentales para la sociedad y deben estar garantizado por el Estado”. E insistió que durante su mandato tuvo problemas por profesar que “la comunicación social es un servicio público”.
Pese a que en el contenido de las cadenas nacionales el exmandatario ecuatoriano era hostil hacia los opositores, cuyos nombres exponía y convocaba a confrontarlos a través de redes sociales, en su programa por el canal RT, financiado por el Gobierno ruso, dice que a la información no se debe violentar.
Ambos políticos sostienen que tanto la información como la libertad de expresión deben ser reguladas: “No se entiende que toda libertad tiene su límite”, dijo Correa. Pues plantean que “cuando la información se mercantiliza y se convierte en un objeto de la propiedad de alguien, se pone en riesgo”.
Es decir, en lugar de ser un servicio al cual acceden las personas de manera voluntaria, de acuerdo con su propio criterio, proponen que sea regulado y, por tanto, condicionado, autorizado y luego distribuido.
Fiel a su discurso populista, encuentran un villano —en este caso la prensa— y se proclaman el héroe que lo combatirá.