Las razones por las que la situación de Venezuela es importante para Colombia son varias y van más allá de la tristeza y el malestar que nos produce ver al país vecino viviendo un infierno socialista.
Que Nicolás Maduro se mantenga en el poder pone en riesgo la seguridad de Colombia en diferentes niveles. Es peligroso que tengamos una frontera tan porosa por donde pueden entrar desde ladrones comunes hasta delincuentes de “alto rango” y miembros de los “colectivos“. Además, Venezuela es la guarida de las FARC y el ELN, y los cabecillas guerrilleros planean desde ahí sus actividades delictivas. Como si esto fuera poco, sumado al asunto de seguridad, está el tema migratorio y lo que eso implica en cuestiones económicas.
Una alta migración puede ser una bendición, pero también se puede convertir en una terrible maldición, dependiendo de diferentes factores. Todo ser humano es un potencial creador de riqueza, pero eso solo se puede hacer efectivo si hay un ambiente adecuado. Por ejemplo, de 1860 a 1930, Argentina recibió una numerosa inmigración europea y simultáneamente la economía se caracterizó durante esos 70 años por tener desempleo cero y salarios reales que superaban los de algunas de las principales ciudades de Europa.
Pero, ¿qué tipo de economía era? Una muy liberal, donde prácticamente no había regulación laboral. El empleador podía contratar a quien quisiera sin que el Estado exigiera ninguna credencial o papel; el salario lo acordaban las partes implicadas (no había salario mínimo), era supremamente fácil abrir una empresa y los despidos y contrataciones se hacían sin regulación gubernamental. No había tampoco un enorme estado de bienestar que se tuviera que encargar de toda la migración. De hecho, los escritos de la época muestran que no había programas sociales estatales. En resumen, Argentina gozaba de un grado de liberalismo económico bastante alto.
Colombia está muy alejada de tener esas condiciones. Es un país bastante intervenido en el mercado laboral, los empresarios tienen muchas dificultades para abrir una empresa, despedir un empleado es sumamente difícil por todas las leyes que “protegen” a los trabajadores, homologar un título extranjero en Colombia es una odisea, los costos no salariales son altísimos y mil cuestiones más que nos muestran que la Colombia de hoy no tiene cómo aprovechar una gran migración.
Según ACNUR (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados) y la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), la cifra de refugiados y migrantes de Venezuela en todo el mundo asciende en este momento a 3 400 000, de los cuales 460 000 son niños, y la mayoría de ellos necesitan alguna forma de asistencia.
Colombia acoge al mayor número de refugiados y migrantes de Venezuela: más de 1.100.000. En segundo lugar está Perú con 506 000, y luego se encuentran Chile con 288 000, Ecuador con 221 000, Argentina con 130 000 y Brasil con 96 000 venezolanos. México y los países de Centroamérica y el Caribe también han acogido un número significativo de refugiados y migrantes de Venezuela.
“Se dispara el desempleo en Colombia”, titulaban los diarios la semana pasada en Colombia. La última cifra dada por el DANE sobre desempleo es de 12,8%. En ciudades fronterizas, como Cúcuta, algunos medios de comunicación colombianos ya reportan “casos de xenofobia”, que por supuesto están mal titulados porque no se trata de un desprecio por extranjeros, sino de que la situación económica no es buena en el país y algunos colombianos ven a los venezolanos como mano de obra barata que viene a quitarles sus trabajos. Pero al margen de la razón, es claro que no en pocos lugares se siente tensión por la llegada masiva de venezolanos.
A comienzos de este mes, el alcalde de Bucaramanga -ciudad ubicada en la zona fronteriza- dio declaraciones bastante polémicas en referencia a que la alcaldía no tiene cómo enfrentar el fenómeno migratorio venezolano. “Nosotros no podemos hacer nada, ¿Qué estamos haciendo? Mujeres embarazadas que llegan, las atendemos: antes del parto, parto y postparto en el Isabu, hasta ahí llegamos, no podemos hacer nada, con plata de la alcaldía de todos nosotros, sin cobrar nada más estamos atendiendo y los partos que han tenido son como 400 al año” manifestó Rodolfo Hernández.
Tenemos un Estado como siempre incapaz de atender las necesidades tanto de colombianos como venezolanos, un sector privado asfixiado por la regulación laboral y por los impuestos. Hay colombianos muy generosos y conmovidos con la situación de Venezuela pero, en algunos casos, se palpa cierta molesta debido al desempleo y la mano de obra barata que llega. En resumen, en medio de una mala situación económica que no parece que vaya a cambiar (porque hasta el momento no le hemos visto a Iván Duque propuestas serias para que colombia se parezca más a la Argentina de aquella época que citamos) el canciller colombiano ha dado unas cifras reveladoras y angustiantes.
Según ha dicho Carlos Hollmes Trujillo, y ha confirmado Guaidó en sus entrevistas en Colombia, si el ritmo migratorio se mantiene como está en este momento, Colombia recibiría 2 166 000 migrantes venezolanos más, para lo que se necesitaría, en 2021, 12,4 billones de pesos (4 022 000 000 millones de dólares). Pero, en un escenario peor, que posiblemente es el que veamos si Maduro no sale del poder (porque ante el miedo y la mayor escasez el flujo migratorio aumentará) lo que está contemplando la cancillería es que al país podrían llegar 4 000 000 de venezolanos o más. El costo para atender las demandas sociales de esta población, en 2021, podría superar los 26,6 billones de pesos (8 600 000 000 de dólares).
La pregunta para Iván Duque, a quien hay que reconocerle ha estado manejando cada vez mejor la situación frente a Venezuela y poco a poco se le ve menos tibio, es la siguiente: ¿Colombia está preparada para recibir 4 000 000 de venezolanos más? Hablamos de 4 000 000 adicionales al más de un millón de migrantes que ya tenemos. Para mí la respuesta es clara: no, no estamos en absoluto preparados.
El presidente de Colombia tiene dos caminos y debe elegir uno antes de que la bomba nos estalle a todos en la cara. El primero, se decide de una vez por todas a alejarse de las posturas tibias y los comunicados sobre rechazo a una intervención militar, y acompaña a Guaidó en una petición para que Estados Unidos ayude a Venezuela con una acción militar, apostándole todo a que se pueda sacar pronto al tirano del poder.
El segundo camino sería empezar ya una gran reforma económica en el país y convertir a Colombia en un lugar que sea capaz de recibir y aprovechar una enorme migración venezolana. Esto sería espectacular para el bienestar de los colombianos, sin embargo, ¿tiene el presidente Duque la fuerza política, e incluso la voluntad, para hacer de Colombia un país extremadamente liberal en tan solo dos años?
Algunos dirán que otra solución podría ser cerrar la frontera y que los venezolanos resuelvan sus asuntos, pero esa idea no tiene asidero en la realidad. Muchos colombianos nos negaríamos rotundamente a colaborar en un masacre dejando encerrados a los venezolanos; la condena internacional si eso se intentara hacer sería enorme, pero, además, en términos prácticos es imposible “cerrar la frontera con Venezuela”: es demasiado porosa y hay muchas trochas, tendríamos que construir algo parecido al muro de Trump para intentar frenar la migración.
Hay que recordarle al presidente Duque que, como decía Ayn Rand, uno puede ignorar la realidad, pero no las consecuencias de ignorar la realidad. Él seguramente está intentando ser políticamente correcto y no quedar muy extremo frente a sus colegas del Grupo de Lima y de la región, pero debe pensar qué va a suceder cuando 4 000 000 más de venezolanos, sumidos en la extrema pobreza, lleguen al país. ¡Hay que actuar ya!