Mauricio Macri cumple un año como presidente de Argentina, con un índice de popularidad del 55 % a pesar de los problemas económicos que enfrenta su país. En parte, es ayudado por el hecho que la mayor parte de los argentinos le achacan al kirchnerismo los males que los aquejan.
Los principales problemas económicos de Argentina son una inflación del 40 % (a pesar que su promesa fue mantenerla bajo el 25 %), los tipos de interés —en torno al 27 %—, son altos y dificultan el acceso al crédito a las pequeñas y medianas empresas. También enfrentó problemas al reducir los subsidios a la energía y el transporte.
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— Mauricio Macri (@mauriciomacri) December 10, 2016
A pesar de todo ello, los análisis son positivos, “Macri nos sorprendió con un par de jugadas exitosas al principio del mandato, como la eliminación del cepo cambiario y el acuerdo con los deudores del país que permitió a Argentina regresar a los mecanismos financieros internacionales”, explica Carlos Caicedo, analista principal de riesgos de IHS Markit en Londres. Los analistas consultados por el medio español El País, coinciden con que Argentina tiene una perspectiva económica favorable para el 2017.
Amnistía fiscal de Mauricio Macri y orden en la agricultura
El Gobierno de Argentina comenzó un proceso de amnistía fiscal a mediados de año. El propósito es intentar que aflore la mayor cantidad posible de capital. Según cifras oficiales, a finales de noviembre unos 160.000 contribuyentes argentinos blanquearon cerca de 7.000 millones de dólares. El plazo para esta amnistía es el 31 de marzo del 2017. Se prevé que con este proceso se blanqueen entre 40.000 y 60.000 millones.
“Creo que utilizar la capacidad de endeudamiento que tiene Argentina y realizando una corrección gradual de los desequilibrios fiscales, es el camino adecuado ya que Argentina partió de un nivel de deuda pública muy bajo. Este es uno de los pocos márgenes de maniobra que tiene Macri para enfrentar los desequilibrios económicos que heredó”, señaló Guido Sandleris, economista de la Universidad Torcuato di Tella y exprofesor de la London School of Economics (LSE).
La agricultura en Argentina también ha cambiado con la presidencia de Mauricio Macri. Gustavo Grobocopatel, conocido como el rey de la soja, sostiene que el rumbo económico es el adecuado y que, aunque queda mucho por hacer en la economía, se ha “mejorado la calidad de la democracia, la integración con el mundo, y se ha recuperado la actividad parlamentaria”.
En el sector agropecuario se han visto rápidas mejoras. Una de las primeras medidas del Ejecutivo fue eliminar las retenciones a las exportaciones de trigo, carne, maíz, girasol y productos de economías provinciales, y rebajar los de la soja. Esta política, junto con la eliminación de los cupos a la venta exterior, disparó la producción del campo.
“No nos han tratado mejor que al resto, sino que nos han igualado a otras actividades económicas”, se defiende Luis Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina. “Y una vez hecho esto, el campo ha respondido: el sector agroindustrial será un importante generador de divisas y empleo que impulsará el crecimiento del país el próximo año. Estimamos que la cosecha 2016/2017 generará un valor exportable de 30.640 millones de dólares, 2.340 millones más que la campaña anterior”, explicó Etchevehere.
Fondos buitres, cada vez más lejanos, pero una industria con bajos vuelos
Jorge Brito, propietario del Banco Macro, la mayor entidad de capital netamente argentino y sexta por depósitos, cree que la resolución del conflicto con los fondos buitre (tenedores de deuda) ha sido clave para la banca. “Volver al mundo nos permitió a los banqueros tener referencias para operar en el mercado local. La emisión de un bono soberano nos permite calcular nuestros tipos de interés, y eso es muy importante para reactivar la banca”, afirmó Brito.
La industria no está tan contenta, su actividad ha visto una caída internada del 5 %, el descenso de su rubro ya lleva cuatro años. En parte se explica debido a que el principal socio comercial, Brasil, tiene una economía estancada, pero también es afectada por las políticas públicas.
“Necesitamos políticas que bajen la presión tributaria, de acceso a créditos a tasas razonables, y de gestión del comercio internacional. Además de discutir sobre problemas coyunturales, hay que empezar a pensar qué modelo de desarrollo queremos”, señala José Urtubey, dirigente de la Unión Industrial Argentina (UIA), dueño de la firma Celulosa Argentina (1.900 empleados).
Búsqueda de inversión extranjera
“Hemos comenzado una nueva etapa, de reglas claras y sensatez. En la que el Estado se moderniza y se acerca a la gente para crecer. Una etapa en la que vamos al encuentro del mundo a ofrecer con orgullo lo que sabemos hacer. Hemos tomado conciencia de que para crecer tenemos que ponernos de acuerdo en políticas de largo alcanzo. Vivimos mucho tiempo con recetas encantadoras”, expresó Mauricio Macri durante la inauguración del Foro de inversión y Negocios de Argentina el pasado septiembre. Durante el encuentro asistieron aproximadamente 1600 CEO globales y argentinos.
Macri también ha viajado a China, Qatar y a Europa buscando un acercamiento comercial para su país.
Críticas de la oposición
“El Gobierno no comprende la relación entre el consumo y la inversión. Cree que por hacer discursos favorables a una economía de mercado generará inversiones. Pero las inversiones se hacen para ganar plata, y si no hay un mercado interno activo y al mismo tiempo no hay exportaciones porque hay un atraso en el tipo de cambio, entonces la pregunta de cualquier empresario es ¿para qué voy a invertir? Hay que poner dinero en el bolsillo de la gente”, dice Lavagna, exministro de economía en la etapa de Néstor Kirchner y actual asesor del Frente Renovador, quien ha criticado las políticas económicas del Gobierno, sobre todo en lo referente al tipo de cambio y el precio del dinero.
“La pérdida del poder adquisitivo de los salarios junto a las suspensiones y los despidos han sido la tónica a lo largo de casi todo el año. A pesar de esto, el Gobierno no ha tenido grandes trabas para gobernar y la dirigencia sindical ha actuado con prudencia aun pagando un alto coste político”, dice Juan Carlos Schmid, secretario general de la central sindical CGT y jefe de la confederación que agrupa a los sindicatos del transporte, los más fuertes de Argentina.
Además, Schmid informó que “Tenemos muchas razones para ir a un paro general y, sin embargo, hemos priorizado que no se agrave la inestabilidad. Pasado un año, el Gobierno tiene que anotar en la columna del debe cómo resuelve los grandes problemas del mercado laboral que le venimos planteando”.