
Conocí a Mijaíl Gorbachov el 2012 en México. Narró que su abuelo, simple y honesto campesino, fue señalado como “enemigo del pueblo” y le salvó la vida la muerte de Stalin y la caída de Beria. Sus aterrados amigos y vecinos, aún convencidos de su inocencia, no se atrevían al contacto público con la familia. Rastreable a la Revolución Francesa, la categoría “enemigo del pueblo” la introdujo Lenin el 28 de noviembre de 1917 proponiendo al Soviet de Comisarios del Pueblo el arresto de “miembros de los Comités Centrales de los partidos enemigos del pueblo, y su juicio en un tribunal revolucionario”. Votaron a favor Petrovski, Menzhinski, Glebov-Avílov, Krásikov, Stučka, Bonch-Bruiévich y Trotsky. En contra únicamente Stalin.
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Ya en el poder, Stalin estimó que el exterminio de clases enemigas requería una legislación soviética suficientemente amplia como para aplicarse a cambiantes condiciones objetivas. En jerga marxista significa condenar a cualquiera, por cualquier cosa, en cualquier momento. Nació el infame artículo 58 del código penal soviético. Ahí, “acción contrarrevolucionaria es cualquier acción encaminada a derrocar, socavar o debilitar el poder de los sóviets obreros y campesinos (…) y los gobiernos de la URSS y de las repúblicas soviéticas y autónomas, o al socavar o debilitar la seguridad externa de la URSS” Por ejemplo, el 58-1B. Establece que “familiares serán sometidos a entre 5 y 10 años de prisión con confiscación o 5 años de exilio a Siberia, dependiendo de las circunstancias: ya sea que ayudaron o sabían y no informaron o simplemente vivieron con el delincuente.” Imitado en leyes vigentes en Venezuela el 58-7 penalizaba “El socavamiento de la industria estatal, el transporte, la circulación monetaria o el sistema de crédito, así como de las sociedades y organizaciones cooperativas, con fines contrarrevolucionarios” y “oponerse a su funcionamiento normal” El 58-10 habla de “Propaganda y agitación antisoviética y contrarrevolucionaria”. Hoy en Cuba dos miembros del Instituto Mises Cuba son prisioneros políticos acusados con la versión local del 58-10.
Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag explicó que “En verdad, no hay paso, pensamiento, acción o falta de acción bajo los cielos que no puedan ser castigados por la mano pesada del Artículo 58” La teoría colectivista de la lucha de clases como motor de la historia justifica cualquier cosa contra las “clases enemigas”. Incluyendo que cambien de un momento a otro. Y no hay en eso diferencia alguna entre un marxismo pedestre y el sofisticado neo-marxismo de Herbert Marcuse afirmando:
“…lo verdaderamente positivo es la sociedad del futuro que como tal está más allá de toda definición y determinación, mientras que lo existente positivo es lo que ha de ser superado. Pero la experiencia y comprensión de la sociedad existente pueden permitir muy bien la identificación de lo que no conduce a una sociedad libre y racional, lo que obstaculiza y desvirtúa las posibilidades de su creación. Libertad es liberación, un específico proceso histórico en la teoría y en la práctica (…) tolerancia no puede ser indiscriminada e idéntica con respecto a los contenidos de expresión, ni de palabra ni de hecho; no puede proteger falsas palabras y acciones erróneas que de manera evidente contradicen y frustran las posibilidades de liberación (…) ciertas cosas no pueden decirse, ciertas ideas no pueden expresarse, ciertas orientaciones políticas no pueden sugerirse (…) la distinción entre verdadera y falsa tolerancia, entre progreso y regresión puede hacerse racionalmente sobre fundamentos empíricos (…) es posible definir la dirección en que la generalidad de las instituciones, orientaciones políticas y opiniones tendrían que cambiar (…) es posible identificar políticas, opiniones, movimientos que crearían ésta posibilidad, y aquellas que harían lo contrario. La supresión de lo regresivo es un requisito previo para el fortalecimiento de lo progresivo (…) la tolerancia liberadora significaría intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda. En cuanto al objetivo de esta tolerancia e intolerancia combinadas (…) se extendería a la fase de acción lo mismo que de discusión y propaganda, de acción como de palabra (…) El tradicional criterio de peligro claro y actual ya no parece adecuado…”
Así piensan y así actúan. Tras un proceso de destrucción de enemigos de clase en Venezuela, una panadería socialista ya no empieza a trabajar a las 6 de la mañana como hacía el “explotador portugués”, sino a las 10 de la mañana. No vende a quienes compraban al “chupasangre portugués”. Entrega únicamente a CLAP´s, es decir al partido, para decidir quien come y quién no. Hoy es en una panadería, pero el socialismo en el poder ya definió ese enemigo de clase, y tarde o temprano será en todas. Prensa local e internacional hablan de una panadería ocupada. Pasear por el oeste de Caracas es ver que ya hay otras cuya ocupación no fue noticia. “Enemigos del pueblo” han sido en Venezuela inocentes encarcelados e incluso asesinados por un chiste en redes sociales. Elevar a la categoría de héroe al envidioso resentido reconvertido en delator, es una práctica soviética repetida en los chivatos cubanos y patriotas cooperantes venezolanos.
Incluso antes de que lleguen al poder, tienden a lograr los socialistas que todo enemigo de su revolución sea asesinado moralmente por su propaganda difamatoria. Cuando están en el poder, al asesinato moral lo completan materialmente las versiones locales del artículo 58 soviético. Pero fanatismo dogmático, intolerancia, y doble moral son su práctica habitual mucho antes de llegar al poder. Son sutiles, eficaces y repetitivos en la propaganda difamatoria, para insertar la inexistente malignidad de los supuestos “enemigos del pueblo” en los prejuicios comunes de la abrumadora mayoría. Eso los justifica, ante sí mismos y “la historia” para eventualmente llegar a los extremos genocidas, a aquellos a los que llegan cuando las condiciones lo permiten.