César en Guerra de las Galias y Tito Livio en su Historia de Roma afirman que religión se refirió a temor supersticioso, antes que a divinidades. Cicerón que “Quienes se interesan en todas las cosas relacionadas con el culto, las retoman atentamente y como las releen, son llamados “religiosos” a partir de la relectura”. Lactancio, era cristiano y afirmaría que “Obligados por un vínculo de piedad con Dios estamos “religados”, de donde el mismo término “religión” tiene su origen”. La etimología de Lactancio fue adoptada por San Agustín en Retractationes. Aunque aceptó la de Cicerón en La ciudad de Dios. Lactancio defendió como origen de la palabra lo que él entendía por religión.
- Lea más: Religión en escuelas de Argentina: la decepcionante corrección política del ministro de Educación
- Lea más: Más que ideología el totalitarismo marxista es religión
Las ciencias sociales suelen explicar la religión como producto del orden social. Emile Durkheim afirmaba que “Toda sociedad posee todo lo necesario para suscitar en sus miembros la sensación de lo divino, simplemente a través del poder que ejerce sobre ellos”. Gerhard Lenski describía la religión como “un sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos”. El influyente antropólogo estructuralista Claude Levi-Strauss, afirmó que la religión sería una explicación de “realidades que no son de orden natural, sino de orden lógico”. Para Levi Strauss no hay gran diferencia entre el hombre primitivo y el moderno en tanto:
“pueblos que consideramos totalmente dominados por la necesidad de no morirse de hambre, de mantenerse en un nivel mínimo de subsistencia en condiciones materiales muy duras […] son movidos por una necesidad o un deseo de comprender el mundo que los circunda, su naturaleza y la sociedad en que viven. […] como lo hace un filósofo o incluso, en cierta medida, como puede hacerlo o lo hará un científico”
En la religión identificaba Friedrich Hayek el mecanismo de transmisión intergeneracional de tradiciones morales de las que depende la evolución de la civilización. Es importante la religión porque, sean o no creyentes, los hombres se forman en las tradiciones morales de la religión más influyente en su cultura. Y de la evolución de esas tradiciones institucionalizadas dependerá que disfruten o no de libertad, prosperidad y paz.
En occidente la religión más influyente es el cristianismo. Religión teísta que ha incluido desde doctrinas inspiradas en el dualismo mazdeista hasta monofisitas y trinitarias. Todo cristianismo se explicará a sí mismo como monoteísta. El judaísmo y el islam son una religión abrahámica. Revelada en textos sagrados con escatología de enorme importancia para la relación de los fieles con su Dios. La escatología cristiana se explica como trascendente en sí misma; o como evento trascendente de un momento histórico profetizado. La diferencia tiene importancia política.
El cristianismo empieza con seguidores de Jesús. Creyentes de leyes del pacto entre Dios y sus antepasados. Creían en Jesús como mesías profetizado. Idea mesiánica propia de sectas rigoristas místicas, heterodoxas o heréticas. Para líderes religiosos judíos muy similar a doctrinas de misterios paganos difundidos en el mediterráneo. Como en aquellos, creían los cristianos que su maestro era hijo de Dios, muerto, resucitado y ascendido. Tal creencia en un contexto mosaico implicaba un nuevo pacto entre Dios y los hombres con la resurrección. Pacto al que los cristianos se adherían por el bautismo en la creencia de Jesús como hijo de Dios. No tardarían en considerar que les liberaba de antiguos ritos y requería nuevos rituales inspirados en la cena final del maestro con sus discípulos, previa a su juicio y crucifixión. Lo que tempranos cristianos pensaban resumía la creencia de sus apóstoles.
Con una revelación personal del Cristo que no siguió en vida, Paulo de Tarso, estableció comunidades cristianes de griegos y romanos. Sus comunidades libres del rigor de la ley sagrada judía completan la separación del cristianismo del tronco del que tomará libros sagrados y tradición profética. Luego adoptarían ideas de filósofos paganos y compilarían textos sagrados y proféticos propios. Interpretaciones teológicas diversas derivarían en diferentes iglesias. Y sus propias herejías. Aunque el núcleo común será la creencia en un Dios creador omnipotente anterior a todo, existente con su creación en el tiempo iniciado por aquélla. Tiempo predestinado al fin de los tiempos, tras el que almas eternas de los justos se reencuentran con Dios y las de los impíos perecen.
Paul Johnson, en su Historia del Cristianismo identificó un período de integrismo totalitario en el cristianismo occidental entre 1054 y 1500. La cristiandad occidental desarrolla entonces dos matrices de sociedad total cristiana. Espejos de aspiración totalitaria fueron la ortodoxia en el poder y los milenarismos revolucionarios del comunismo cristiano. Recurrente en herejías revolucionarias, en la ortodoxia la aspiración totalitaria se limitó al temprano sacro imperio. Carlomagno la hizo posible al juzgar al Papa León III como jefe de obispos y funcionario real. Sus sucesores perdieron rápidamente aquél poder ante el papado ascendente. La idea desaparece cuando la reforma triunfante rompe la unidad de la iglesia imposibilitando unificar Estado y religión bajo un emperador occidental inspirado de la decadencia contraria a la tradición romana. Al tiempo que un nuevo humanismo cristiano ponía en duda el papel de la religión como hasta entonces se entendía.
Entre el efímero proyecto integrista carolingio y la temprana modernidad, los conflictos entre la Iglesia occidental y los poderes seculares cristianos, emperadores, reyes, príncipes y republicas fueron terreno fructífero de la teología moral del buen gobierno que llegaría a su cenit con los límites al poder real y los derechos de los pueblos de Juan de Mariana. Así se establecieron desde la teología los fundamentos morales de libertad, propiedad, Derecho, separación de poderes y gobierno limitado que adoptaron y completaron los grandes pensadores seculares del siglo XVIII. Aquéllos en que se fundamentó la revolución americana que hizo posible al capitalismo liberal contemporáneo.