Francisco Zalles es uno de los ideólogos de la dolarización en Ecuador, un proceso que 17 años después de su instauración ha garantizado al país mayores tasas de crecimiento y estabilidad económica que los años en los que tenían una moneda nacional, el Sucre. Zalles participó en un foro sobre el tema realizado en Caracas, Venezuela, bajo el auspicio de Cedice, uno de los think tanks liberales más importantes de América Latina.
En conversación con PanAm Post, Zalles se mostró asombrado ante el deterioro que ha visto en una ciudad otrora cosmopolita, en la que la gente hoy hace colas para comprar el pan y come de la basura, y que al anochecer es un desierto. Y agradece que en el año 2000 Ecuador hubiese tomado el camino de la dolarización, porque esto le ha impedido a Rafael Correa hacer en su país lo mismo que Hugo Chávez y Nicolás Maduro han hecho en Venezuela: llevar a su nación a la ruina por las políticas populistas.
Yo quisiera comenzar esta entrevista refiriéndole una anécdota que ocurrió la semana pasada en Caracas. Médicos y enfermeras protestaron y exigieron la dolarización de sus salarios. En Ecuador la dolarización fue en buena medida un proceso espontáneo al que luego se adhirió el Gobierno. ¿Cree que en Venezuela estamos en ese proceso?
Hay dos tipos de dolarización: la espontánea y la oficial. La extraoficial no es la más adecuada. En Ecuador la dolarización comenzó como un proceso no oficial porque no había trabas a la compra de divisas. Por lo tanto, la gente salía a la calle y se abocaba por el dólar. Y la dolarización espontánea es un fenómeno mundial; no es de Ecuador, existe en todas partes, incluso aquí en Venezuela.
En Venezuela ya hay amplios sectores de la economía que están dolarizados. Usted va a comprar un inmueble, un auto o un bien de capital y no se lo venden sino en dólares.
Toda la economía está dolarizada, solo que la gente no lo sabe.
Pero estos sectores están dolarizados abiertamente, es decir, a usted no le venden un apartamento o un carro si no tiene dólares para pagarlo.
Es lo que hace que la dolarización oficial simplemente sea el reconocimiento y el último paso de una dolarización, y siempre el Gobierno es el último en aceptar que el dólar es la moneda de curso legal. Es una lógica implacable, y mientras más trate el Gobierno de mantener una ficción, más grosera será la corrección.
Hay otra cosa que es importante: no se puede dolarizar parcialmente. No se pueden dolarizar, por ejemplo, los salarios, y no el resto de la economía. La dolarización es una democratización del dinero y, por lo tanto, tiene que ser universal, no puede ser para unos y no para otros.
Eso es justamente lo que sucede cuando un Banco Central controla el tipo de cambio: hay una dolarización a diferentes tipos de cambio, para los privilegiados que tienen acceso a dólares, pero todo el resto de los asalariados, que no tienen acceso a dólares no pueden proteger sus ahorros ni sus ingresos.
Uno de los argumentos que sostienen los economistas que están en contra de la dolarización es que la Reserva Federal de EE. UU. o el Banco Central Europeo son también bancos centrales, con más credibilidad institucional que el venezolano, que no tiene ninguna, o el ecuatoriano, que no sé si sigue existiendo.
Sí, pero no hace nada (risas).
¿Qué hace un banco central en un país que no tiene moneda?
Nada. Perdón, puede hacer mucho, en el sentido de crear incertidumbre, es decir, lo preferible es deshacerte del banco central. Panamá no tiene banco central. El crecimiento económico de Panamá durante los últimos 30 años es el doble anualmente que el de Venezuela. Imagínese el doble de crecimiento económico acumulado durante 30 años de su país; ¿dónde estarían ustedes hoy? Es un crecimiento que no ha experimentado Venezuela durante toda una generación.
Vuelvo a la pregunta inicial: ¿por qué no tener bancos centrales creíbles en vez de una dolarización? México y Colombia tienen bancos centrales creíbles, es el argumento de quienes están en contra de dolarizar.
¿Pero viste la devaluación que están sufriendo los colombianos y los mexicanos? Pregúntale a los colombianos si preferirían el dólar versus el peso. Primero, el banco central es un fenómeno del siglo XX. Antes no existían los bancos centrales. Ahora los consideramos costumbre, y los consideramos una institución, pero no son necesarios. Son simplemente intermediarios entre lo que antes era oro (y ahora son dólares), y los billetes locales. Esa intermediación le cuesta al pueblo: ¿Y para qué la necesitamos? ¿Qué utilidad tiene? ¡Es cero! Reemplazar por el dólar, ¿que también tiene un banco central? Es correcto. Pero estamos tercerizando una institución a bajo costo y de manera eficiente para nuestros usuarios. ¿Quiénes son nuestros usuarios? Los ciudadanos.
Cuando el dólar pasa por procesos de revaluación, como el que está pasando en este momento, países como Ecuador, cuya competitividad está asociada a su moneda, se resienten.
Yo te diría que no, y este es uno de los argumentos más aguerridos que podemos tener los economistas hoy por hoy. Tenemos la percepción de que las devaluaciones te hacen competitivo, y yo no sé cómo, ¿haciéndome más pobre puedo ser yo más competitivo?
Muy simple. Tu salario es más barato y, por lo tanto, lo que produces también, sobre todo si son procesos intensivos en mano de obra.
Y entonces me empobrezco para que alguien que es más rico que yo compre más que yo.
Pero ese era un argumento, por ejemplo, de Milton Friedman, quien decía que a mediano plazo, que un país rico compre más lo que produce un país pobre, enriquece al país pobre, este deja de serlo y el mercado se equilibra… Lo decía a propósito de Japón y Estados Unidos en los 70.
Pero Friedman no abogaba por una política que empobrecía a la gente. Esa es una realidad que puede suceder y un resultado que se puede dar. Pero muy claramente, lo que no se puede medir es la dislocación de capital, la distorsión de precios relativos que sucede en el tiempo, y que si se acumula, puede ser completamente nefasta. Él simplemente priorizaba la realidad: empobreciendo al pueblo, los únicos que ganan son los exportadores, y pierde el resto de la sociedad.
La revalorización del dólar en Ecuador está haciendo que el capital humano ingrese a Ecuador, entre otros, hemos visto muchos docentes venezolanos que se están yendo para allá. La verdadera competitividad a largo plazo de un país es su capital humano. Y si depreciamos el capital humano a través de los salarios, ese capital humano se va a ir. Y esta es una pérdida de PIB productivo para Venezuela para siempre, y una ganancia para Ecuador, porque es muy difícil que esta gente vuelva a su país, lamentablemente.
De manera muy interesante, la dolarización en Ecuador sobrevive a diez años de sabatinas y de quejas de Rafael Correa, quien sábado sí sábado también, se quejaba de la pérdida de su soberanía monetaria, pérdida de soberanía para meterle la mano en el bolsillo a los ecuatorianos.
Muy fácil: por la popularidad de la dolarización. Desde su implementación hasta hoy es del 90 %, porque los ecuatorianos entienden los beneficios que les trajo. Entonces, un presidente que en su mejor momento tuvo una popularidad de 65 % no le puede ganar a nueve de cada diez ecuatorianos que están de acuerdo con una medida monetaria. Y ha sido la camisa de fuerza que está haciendo que el gasto público sea más transparente. En consecuencia, esa es una de las mayores razones de la caída de Rafael Correa y su socialismo del siglo XXI.
La dolarización termina siendo incluso una cláusula democrática, porque impide los déficits fiscales.
No los impide, pero los limita en gran manera. Tú tienes que tener credibilidad con tus acreedores y disciplina fiscal para poder llevarla. Pero por ejemplo, Panamá tiene un déficit fiscal estructural mucho mayor que el de Ecuador. Estados Unidos también, pero ese es un caso muy especial en la historia monetaria mundial. Lo cierto es que el dólar es hoy la moneda mundial, y tratar de impedirlo es como arar en el mar. Tener un banco central de Venezuela para competir con la Reserva Federal es perpetuar la miseria, porque ese banco central concentra privilegios para unos pocos, y socializa las pérdidas cuando le va mal. En los primeros años puede ser un éxito, pero siempre tendrá la espada de Damocles de qué va a pasar en el futuro. Y si seguimos con moneda nacional esa deuda la paga el sector privado a través de tasas de interés más altas.
Claramente, comprometes el futuro para satisfacer el presente y ganar popularidad.
Exacto.
Volviendo a Ecuador, ¿cómo hizo Correa para financiar el socialismo del siglo XXI con dolarización?
¡Petroleo! Si tú te fijas, Panamá, país sin petróleo, abierto al libre comercio; Ecuador, país con socialismo del siglo XXI con petróleo, pero dolarizado; Venezuela, país del siglo XXI con petróleo y moneda nacional. Si comparas el crecimiento durante los últimos trece años, desde 2000 hasta 2013, con cifras del Banco Mundial, el de Ecuador es 50 % mayor que el de Venezuela, y el de Panamá es 50 % superior al de Ecuador.
Dolarizar luce muy bien, pero tenemos enormes cargas heredadas, como por ejemplo, mercados laborales sumamente inflexibles, y un sesgo general contra las libertades económicas en la legislación y en la infraestructura de la región.
Se sensibiliza a la gente y se dolariza a pesar de eso porque la dolarización tiene sentido aún así. La dolarización no es una panacea, no resuelve todos los problemas, pero simplemente pone la mesa clara en materia monetaria y económica. Las fricciones que produce no tener la libertad de contratar y descontratar gente se convierten en un problema. Pero Ecuador tiene esos males, como los tiene Venezuela, y ha logrado sobrevivir.
La ventaja de la dolarización es que sensibiliza, porque transparenta el costo de las medidas que están contra la generación de riqueza, y entonces la gente las puede discutir. Con la inflación podemos esconder tanto la ineficiencia, marear tanto a la gente, que simplemente la gente no sabe de dónde viene la ineficiencia. La dolarización hace este proceso transparente; si las cuentas son claras, sabemos que el sector público gasta tanto todos los años, y que quien lo paga eres tú. Es lo que ha pasado en Ecuador: financiar esta voraz “revolución ciudadana”, sin petróleo, nos ha costado impuestos, impuestos, impuestos… El impuesto que hoy tiene Venezuela se llama inflación. Cuando los impuestos son directos, el pueblo lo ve, lo siente y lo padece.
¿Qué espera usted que pase en Ecuador en los próximos años? Las elecciones están a la vuelta de la esquina.
El Ecuador lo que tiene es la dolarización. La recuperación del Ecuador va a ser en “V” apenas se abran las fronteras; tenemos, por ejemplo, la Big Mac más cara de América Latina. ¿Cómo te explicas eso? En Colombia, a pocos kilómetros de Quito, se vende 40 % más barata. La única razón por la que eso sucede es porque hay límites al libre comercio.
En el momento en que Ecuador cambie de modelo, de un sistema mercantilista a uno de fronteras abiertas, que corresponde a un sistema de dolarización y corresponde al siglo XXI, vamos a tener un crecimiento económico jamás experimentado en el país.
Fíjate lo que pasó en Ecuador con el seguro social el día después de la dolarización: al día siguiente de la dolarización, los aportes al seguro social eran en dólares. Y esto permitió acumular tanta riqueza, que en apenas seis años los ecuatorianos podían usar su seguro social en cualquier casa de salud del país. Ahora el Gobierno ha suspendido eso porque desfalcó al seguro social, y eso está a flor de piel.
¿Qué pasaría con un Ecuador que tuviera su dolarización y sus fronteras abiertas durante 10, 15 años? Eso sería una fuente de crecimiento y riqueza para los ecuatorianos.