Con las bayonetas todo es posible, excepto sentarse sobre ellas, explicó en su día Talleyrand a Napoleon I. Siempre hay dos cosas en que confiar. Una es que todo ser humano orienta ideológicamente sus acciones, admítalo o no. Conociendo su mapa ideológico de la realidad entenderemos su valoración subjetiva de sus propios intereses. Otra es que todos tenemos intereses y fines propios.
El chavismo todavía carece de ortodoxia monolítica. Se orientan al totalitarismo como socialistas revolucionarios. Pero no entienden por socialismo revolucionario lo mismo todos. Alcanzan la dictadura tras la muerte del caudillo con estrategia simple pero efectiva. A principios del 2016, responden al triunfo opositor en elecciones legislativas anulando la Asamblea Nacional con un Tribunal Supremo, designado con apresuramiento que violentó procedimientos constitucionales. El socialismo opositor no comprendió a su enemigo. Vimos el sainete de la Asamblea reconociendo y desconociendo un tribunal de dudosa legalidad. Así, el socialismo opositor perdió la guerra de la propaganda. Se discute si hay o no desacato del Poder Legislativo electo y proclamado, en lugar de si tiene o no legitimidad un Tribunal Supremo nombrado violentando reglas constitucionales.
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El Gobierno suspendió indefinidamente elecciones y la acorralada oposición sufrió el costo político. Confusa oposición en dialogos en que ellos negocian, y el gobierno aparenta negociar. La crisis económica es miseria y hambre. Así el socialismo gobierna cómodamente. Pero así no gana el chavismo elecciones. Las suspende, pretextando guerras imaginarias. Y ocurren eventos inesperados. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo se excedió. El poder chavista creyó un gran triunfo evitar su suspensión de una OEA de la que amenazan retirarse. 20 Estados votan contra Venezuela, 12 a favor y un par se abstiene. Gritan triunfo creyéndose su propia propaganda.
Los jueces revolucionarios responden una pregunta sobre contratos petroleros que requieren aprobación del legislativo “en desacato” sentenciando más abiertamente la anulación material de la Asamblea Nacional. Prefiguran encarcelamiento de mayoría parlamentaria. Predecible era mantener al poder legislativo opositor acorralado y contenido, elecciones suspendidas indefinidamente, e insistir en diálogos para completar el período de Maduro. El gobierno juega dos escenarios; la oposición uno. Opositores negocian, abierta o confidencialmente, elecciones generales para el 2018. Confiados en ganarlas y negociar la entrega del poder.
El chavismo construye un racionamiento politizado de alimentos en un país hambriento. Para el 2018 confían en listas de sus CLAP para ganar elecciones generales ante invitados y tontos útiles. Pero si las encuestas no dan y las bayonetas sí, asumirían el riesgo de mantener el poder a toda costa. ¿Por qué adelantarse? Especularé que esperaban la reacción internacional contraria. Pero también apoyo internacional que no llegó. Muchos de sus aliados han condenado la sentencia o callado. El chavismo pasó de moda entre la izquierda global. Y no esperaban que su propia fiscal calificaría lo sentenciado de “sentencias inconstitucionales […] ruptura del orden constitucional”.
La historiadora venezolana Alejandra Martínez me dice que de torpes teorías conspirativas circulando en redes sociales, entre opositores huérfanos de liderazgo político coherente, obtuvo el gobierno la narrativa para controlar daños. De nuestro mutuo amigo el politólogo Guillermo Aveledo Coll cita “¿Cómo una declaración que afirma “ruptura del orden constitucional”, significa que “no se ha roto el orden constitucional”?” Y agrega que si todo fue una treta para decir que en Venezuela hay separación de poderes ¿Por qué no se pronunció la fracción parlamentaria del PSUV, apoyando a la Fiscal? ¿Por qué durante más de cinco horas no vimos declaración del chavismo sobre esto?
La sorpresa fue evidente hasta que descubrieron una narrativa para orientarse. Buscar que dichas teorías fueran la explicación dominante entre bases opositoras. Controlar daños denominando “impase” al asunto. Lograr alguna apariencia de reconciliación entre Fiscal y Tribunal Supremo. Y sobre las protestas, ganar la batalla de la propaganda interna.
Coincido. Llegado el momento. Ahora o después. Saben que tendrán que asumir el costo de aferrarse al poder contra el rechazo mayoritario. Y mientras tengan medios no les faltará voluntad. Los que quieren eso controlan los resortes del poder chavista. Bien por convicción ideologica, bien por temor a ser juzgados en EE. UU. por narcotráfico, corrupción o apoyo al terrorismo. Pero un resorte que no teme eso, saltó. Donde menos se espera salta la liebre.
Luisa Ortega realizó una crítica desde la mitología del chavismo de los tiempos de la Asamblea Constituyente (y del petróleo caro encubriendo la destrucción socialista del aparato productivo)-. Habló de violencia criminal creciente, torturas, privaciones ilegitimas de libertad y ruptura del orden constitucional por dos sentencias del Tribunal Supremo.
No llega a figura heroica. Pero supondré que tras una distinguida carrera en filas del socialismo revolucionario, aspira capitalizarla como intelectual en círculos de izquierda “caviar” de Londres. A un túnel ferroviario de París. Mito de tiempos del comandante y la constituyente salvará la intelectualidad izquierdista del desastre Venezolano. He ahí los intereses. La ideología es que ella lo cree. No entiende la Constitución contingente a una etapa ya superada por la dialéctica material de la historia. No es que no sea marxista, sino que no ve los tiempos como quienes ocupan otros resortes del poder. Y aunque Maduro dé por solucionado el “impase”. El ministro de propaganda Villegas presente video de cordial reunión entre Fiscal y Presidente.
El Tribunal Supremo sentencie, a exhortación presidencial, deshaciendo lo peor de esas previas sentencias. Y aunque la fiscal afirmase eventualmente que ya no hay ruptura. Aunque la oposición regrese al dialogo público. La leche derramada no regresará al cántaro. La ruptura del orden constitucional penderá como espada de Damocles sobre los que la perpetraron. No se viola una constitución para deshacerlo sin más. O sí, pero únicamente mientras tengan el poder. Afirmar que no pasó es vano. Sobreseimientos o indultos presidenciales que limpian culpas requieren destituciones y juicios. Cuando admitieron los máximos Jueces que a su revolución la sostienen bayonetas, la también socialista y revolucionaria pero más ilustrada Fiscal General, recordó al Duque de Talleyrand.