Tras recomendar a los príncipes preferir ser temidos a ser amados, Maquiavelo estableció claves del terrorismo de Estado vigentes hoy:
- Concentrar brutal y notoriamente el daño al principio para paralizar por el terror toda posible resistencia.
- Desvincularse en la propaganda de su propio terror mediante chivos expiatorios.
- Nunca emplear el terror en escalada ascendente. Ir de menos a más excitaría la resistencia en lugar de paralizarla.
En una época cruel, elogió la tortura pública. Entendía Maquiavelo que convenía al tirano debilitar a los grandes y alagar a la plebe. No recomendó como empobrecer a todos. Juan de Mariana, en todo contrario a Maquiavelo, entendía que podían empobrecer y empobrecían los tiranos a los pueblos que gobernaban. Que tal pobreza facilitaba la tiranía. Y que nos empobrecen los gobernantes con alcabalas, impuestos, regulaciones, privilegios e inflación. Atacando el derecho de propiedad.
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En Venezuela el chavismo adelantó un modelo económico inviable y destruyo con demagogia el poco orden republicano previo. Hacer la revolución socialista desde gobiernos democráticamente electos fue idea del Foro de Sao Paulo tras el colapso soviético. Demócratas por táctica. Aunque cuestionada por el colapso del primer imperio socialista, disfrutaban la hegemonía cultural de la izquierda. La tradición populista y mitos políticos hispanoamericanos influidos por dogmas marxistas. Y sin guerra fría pensaron que ganando elecciones con populismos de izquierda desmontarían los Estados haciendo la revolución desde el poder. O de no lograrlo, radicalizarían la hegemonía cultural clave de todo. Reeditaron el experimento allendista apostando que esta vez funcionaría.
El auge prolongado del crudo permitió al chavismo en Venezuela ocultar efectos de su destrucción de la economía. Antes de la caída del crudo entró Venezuela en la prolongada recesión en que alcanzó la hiperinflación. El PIB es hoy menos de la mitad de lo que era antes de la llegada del chavismo. La población siguió creciendo y la magnitud de la miseria que ocasionó aquello es inconmensurable. La revolución ganaba elecciones abusando del Estado. Reparto clientelar exacerbado, mucha propaganda, algo de censura, y control de la autoridad electoral. Pero incluso así es imposible ganar una elección medianamente creíble sin mayoría relativa. Únicamente requieren mayoría absoluta en elecciones claves. La que les gane el gobierno y la que les dé mayoría en una asamblea constituyente que institucionalice la primera fase del Estado revolucionario. Sin imponer una constituyente fallan. Tras eso les alcanzan mayorías relativas y oposición dividida y acorralada. Pero al caer a menos de 15% tras anular al poder legislativo nacional en que sufrieron una derrota electoral abrumadora. Suspenden elecciones. Inventan su asamblea constituyente comunal con poderes ilimitados y reglas electorales para que su ínfima minoría “elija” entre candidatos cuidadosamente filtrados la mayoría de la todopoderosa asamblea. Asamblea que completará e institucionalizará la dictadura que entre sentencias del politizado máximo tribunal y abusos del ejecutivo establecieron. Antes necesitan desmovilizar por el terror una mayoría opositora abrumadora.
Una minoría de esbirros miserables pudiera someter al terror a la mayoría. Tal vez, pero es difícil imponerlo. Ocasionaron empobrecimiento masivo, emigración de los más capaces y desesperanza entre los que se quedan. El terror efectivo empezaría por excluir del racionamiento a todo opositor. Se diseño para eso pero es difícil implementar eso. Sus más optimistas estudios les dicen que dos de cada tres receptores de sus bolsas CLAP votarían contra ellos. Contra ellos protestan. Eventualmente lo lograrían, no de inmediato. La lista de Tascon probó sus ansias de apartheid político. Pero la desesperanza de los hijos de la revolución que no han conocido sino sus miserias se hace desesperación y protestan a pesar de la brutal escalada represiva. El terrorismo de Estado empieza en la propaganda. Deshumaniza al contrario y criminaliza cualquier disidencia. Estabula ideológicamente una oposición acorralada políticamente. Victimiza y transformar en héroes a esbirros criminales. El terror requiere de brutalidad y bajeza. Brutalidad de esbirros y bajeza de delatores –aquí coloquialmente llamados sapos– Exige emplear criminales con sus “usos y costumbres”. Fuerzas represivas oficiales y oficiosas robando a quienes reprimen.
No me extrañó escuchar que al sur oeste de Caracas un comando de élite presuntamente integrado por militares y miembros de la policía política aplastara con una tanqueta las rejas de un complejo de edificios en una noche de terror. Que con lista de nombres proporcionada por sapos locales, allanasen ilegalmente apartamento tras apartamento, robando y destruyendo electrodomésticos. Que mataran perros inofensivos y amenazaran de muerte a familias. Que desbalijaran y dañaran vehículos. Que destruyeran cabinas de ascensores haciéndolas caer desde los pisos altos. Ni al ministro presentando los detenidos como “célula terrorista”. Es terror como política de Estado. Día a día, sin parar y con todo el poder del Estado. La asimetría abrumadora de violencia que se justifica a sí misma en la represión exige provocar ocasional respuesta violenta en la protesta. Y si no se produce escenificarla. Para su propaganda es igual.
Escalan su tardía represión para imponer el terrorismo de Estado, no parece funcionar. Anunciaron agotada la protesta y al siguiente día era masiva en las calles. Colectivos ya habían asesinado opositores con armas de fuego, uniformados han herido y matado manifestantes con el mal uso de armas no letales. Ahora uniformados hieren y asesinan a balazos manifestantes. Hoy asedian con colectivos armados la misma Fiscalía General que en el pasado denunciaban asediada por protestas opositoras. Con denominar terrorista a quien proteste creen que podrán robar, destruir, torturar y asesinar impunemente. Tienen crueldad y dogmas para justificarse. Con la destrucción material y moral que han causado en 17 años y su control del poder de hecho podían apostar a entregar el gobierno hoy para recuperarlo mañana. Pero apostaron por una tiranía que ignora el método del maestro de tiranos, Maquiavelo.